Manuel Rodríguez G.
Son ya las cuatro de la madrugada y aunque algo cansado acabo de llegar del campo, donde vengo de pasar un buen rato con una chica guapísima con la que he bailado y he cantado. Con ella y con su hermano. Lo más emocionante es que bailábamos y reíamos en una preciosa noche estrellada y en un paraje precioso, lleno de olivos sin nadie que nos molestase. Sólo la música en mitad del campo y sin ningún otro sonido. Bueno sí, el de una voz tierna y muy bella que salía por fin, de esa chica tras comprobar que la alegría iba poco a poco acercándose a ella y finalmente la va animando a bailar y a cantar, ambas cosas excepcionalmente, después de una inhibición en todos los sentidos, motivada por sus tristes y duras vivencias.
Al hermano de esta preciosidad nunca le faltó la sonrisa y esa cara de pillo que refleja su pícara mirada y esa picardía bastante desarrollada, que daba lugar a intentar burlarse de mí, de un padre barrigón, que no dudaba en danzar al más puro estilo Homer Simpson con tal de verlos felices.
Entre canción y canción unas miradas ojeando el firmamento para descubrir esas llamadas lágrimas de San Lorenzo o perseas, a las que descubrimos una treintena de veces; y aunque no soy amigo de magias etéreas, pensaba para mí, mientras contemplaba ese infinito mundo de estrellas ¡ojalá esa niña-mujer encuentre lo que se merece: alguien que sepa valorar su inocencia y a la vez su bondad para que en buena compañía se sienta segura y nunca más sola!
Tras casi tres horas de música, bailes, vigilancia y algunas reflexiones en alto con ella, Silvia, y su hermano, Daniel, dejamos el olivar donde un buho real contrariado fue nuestro único testigo, al pararnos a escasos metros de él, tras descubrirlo con la incómoda luz de unos faros que rompió esta oscura, fresca y preciosa noche de estrellas fugaces y caprichosas.
Buenas noches
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2 comentarios:
Me alegro amigo que lo pasarais tan bien, lo cuentas tan bonito que debió ser una noche mágica e inolvidable.
Espero que esa chica encuentre la felicidad que merece.
Debiste ser escritor Manuel, siempre me encanto como narras tus vivencias.
Un beso
Una mágica y muy merecida noche para los tres duendes y el buho, mascota de los magos, que os acompañaba en vuestra armónica y divertida danza de paz y amor!
Maravilloso, Manuel, maravilloso! Una bella noche y un divino regalo que os aompañará eternamente! Os lo mereceis con creces!!!! ;) Besos mil, guapísimos!!!!
La foto es preciosísima! Gracias por compartir belleza y alegría!
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