Manuel Rodríguez G.
Acabo de leer algunas impresiones muy amargas de quien escupe un veneno, seguramente contenido durante demasiadas jornadas. Jornadas de dolor, desesperación, rabia, impotencia, aislamiento y soledad. Soledad alimentada por malas compañías que no compañeras, (puesto que estas no deben llamarse así). La soledad del guerrero que sabiéndose luchador y honesto, aún incluso ganando batallas, se nota finalmente exiliado del contacto humano, de la comprensión, solidaridad apoyo y apego que la lucha lo requiere, pero que ésta le deniega, le prohíbe, le fiscaliza e incluso la hunde. Lucha no de desmanes sino lucha de dignidad, coherencia, valentía y honradez ética y humana hacia las condiciones de unos menores en un gueto llamado centro de menores.
Estimada Carmen, leo tu desgarrado manifiesto y me emociona enormemente tu forma de expresar ese dolor contagioso (se mama) y me envuelve un tremendo cariño, como queriéndote abrazar y decirte que cuentes conmigo, que las cosas aunque desafortunadamente tristes se pueden solucionar y sino, al menos, disolver y aplacar entre quienes creemos y confiamos en ti.
Es curioso, pero también hermoso, que fruto de estas míseras condiciones impuestas, hostigador-víctima salga de esa semilla quemada y amarga un halo de esperanza y en no pocas ocasiones una sincera amistad anónima y empática, que ligadas por vivencias parecidas, unan fuertemente lo que otros por cobardía, silencio y violencia consiguieron romper: la creencia en el ser humano como acompañante, apoyo y consejero desvinculado de cualquier lucro. Si acaso uno: Envolver a esa víctima llorosa, asustada ( y a veces tan penitente que se pregunta para qué vivir en esas condiciones de desarraigo social y personal), en una entrañable tela de comprensión, apoyo y estima para que lejos de inhibirse en la mayor de las soledades sociales y emocionales, renazca de unas cenizas construidas con tanto desarraigo grupal y surjan nuevos brotes de una planta tan hermosa que jamás consentirá que ni tú ni quien también lo manifestó, penséis en erradicar vuestras vidas, sueños y quimeras en un impulsivo pero casi obligado salto mortal y de no vuelta atrás, denominado no suicidio sino homicidio obligado hacia uno mismo y consentido por una mayoría silenciosa grupal. Mayoría silenciosa cobarde por omisión y/o comisión.
Porque te lo debes a ti, y a nadie más, estimada Carmen, vive, siente, sueña, grita, respira profundamente y confía en ti. Porque te lo debes a ti y de paso porque NADIE; menos aún ningún personaje zafio, cobarde y chantajista anímico-emocional, debe sentir el placer psicopatológico de verte sucumbir. No le alimentes. Mejor enséñale tu orgullo y dignidad personal en forma de seguir creciendo personal y humanamente.
No estás sola, cariño. Un beso muy sentido amiga Carmen. Así te siento
El escrito de esta mujer coraje, víctima de su osadía por denunciar graves hechos en su entorno laboral y sobre todo en pos de la mejora de unos niños, dice así:
ALGO DE MI SE VA MURIENDO (seguir leyendo)
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Va por ti Carmen. Por ti y por todas esas personas que, de un modo u otro, se han sentido así en algún momento de sus vidas. “Palabras para Julia”, en boca del propio Goytisolo…
1 comentario:
Me he sentido muy identificada! Gracias por tus palabras y por tu empatía hacia personas que sufrimos maltrato e injusticia ciega por defender la verdad y la dignidad o dicho de otro modo "por no tener pelos en la lengua" ante quien oprime y reprime! Besos sinceros, Manuel!
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