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ERA CAMINANTE CONVENCIDO Y NOCTÁMBULO CALLEJERO ...

Buscaba independencia por inquietud personal y libertad por derecho propio. Quiso conquistar la amistad de su dignidad, pero para ello tuvo que pagar una absurda y cínica deuda jamás contraida, que fiscalizó su vida y la de los suyos. Finalmente cayó en la trampa de la tarántula institucional, de la que sólo le separa una fría y seca tapadera semiabierta...

Acoso. Grabación en octubre de 2009

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jueves, 3 de diciembre de 2015

Día de la Discapacidad: ¿Algo que celebrar?

Vagabundo

etica

Hoy yendo al curro, escuchaba por la radio a un representante de un poderoso colectivo supuestamente defensor de la discapacidad. Loaba el gran avance conseguido del colectivo al que dicen, representan. Según expresaba este vendedor de cuentos “ya no hay invisibilización, ni exclusión, segregación, marginación ni se mira mal a quien, por una u otra razón sufre algún tipo de discapacidad, como antaño se hacía”. Parece ser que, gracias a estos colectivos e indirectamente a los representantes políticos que nos han venido representando, se han conseguido unos logros merecedores de ser etiquetados de “excelentes”.

Minutos después, una oyente llamaba para dar las quejas sobre la situación de un familiar suyo, afectada por una perdida de visión del 90%. Las autoridades educativas pertinentes habían tenido la “sensibilización, cordura y esfuerzo humano” de meter a esa niña en un colegio “especial”, donde abundaban afectados por el síndrome de Down, entre otras muy diferentes patologías. La niña en cuestión sufría, y mucho porque entre otras cosas, sentía que la trataban como si tuviera retraso intelectual, en lugar de un sobresaliente déficit visual.

Resulta tétrico, inhumano e intolerable que existan aún hoy día verdaderos guetos institucionales, donde la reclusión escolar de “tocados” sea una solución cuantitativa. Resulta esperpéntico comprobar cómo el concepto de INCLUSIÓN es violado constantemente y usado cual vulgar papel multiuso, cual cajón de sastre, donde lo de menos es la adecuación y especialización a las demandas y necesidades de este colectivo, a la inclusión social y participativa; y lo que prime en cambio sea la denominada “racionalización pragmática” basada en la granjerización de toda una “jungla de tocados y cascados”.

Magnificar el “excelente avance” del colectivo de deshabilitados institucionales (discapacitados) es como poco faltar a la realidad social, familiar, laboral, educacional e interpersonal de los muchos afectados por estas desventajas multifactoriales.

Cuando un representante de este colectivo pretende disfrazar estas crudas realidades, minusvalora a todo un colectivo, integrado no sólo por los propios afectados, sino además por buena parte de los familiares más allegados que sufren en sus propias carnes el olvido, la exclusión, marginación y ninguneo social e institucional hacia sus cercanos.

Y es que me temo, a veces sucede que quienes deberían ser defensores a ultranza de este desfavorecido colectivo se olvidan del fin y atienden antes a sus barrigas plenas, se acomodan y siguen consignas de superiores jerárquicos, esos que les subvencionan con jugosas prebendas.

¿CERMI (Comité Español de Representantes de personas con MInusvalía) o CERDI (Comité Español de Representantes de personas con DIscapacidad)? Ustedes mismos…

En cualquier caso, como diría una entrañable y querida amiga mía, Mª Ángeles, hoy 3 de diciembre, día de la Discapacidad, poco o nada hay que celebrar  Triste

Os dejo con una reflexión suya

3 De Diciembre: Un día de heridas abiertas.

Otro hipócrita 3 de diciembre, Día Internacional de las Personas con Discapacidad. 52 años de lucha ante la perversión política y social con una solidaridad mal entendida y peor aplicada, han ido pasando por mi vida sin que a penas nada cambie. Sigo teniendo la misma sensación que tenía en la infancia. Sigo viviendo en una sociedad en la que se sigue haciendo notable esa múltiple gama de adjetivos convertidos en sensaciones incomprensibles y crueles. Invisibilización, indiferencia, desprecio, caridad, lástima, pena, trabas, engaño, mentira, manipulación, rentabilidad, infantilización, competitividad... Discriminación, en definitiva.

Cada 3 de diciembre siento que tengo poco o nada que celebrar y mucho que decir, mucho que recordar, mucho de lo que prevenir especialmente a esas personas que llegaron más tarde que yo a formar parte de este colectivo y a aquellas otras muchas que se han quedado mudas en el intento de salir adelante y que incluso tienen miedo de perder lo poco que por derecho les pertenece.

Cuanto más mayor me hago, más recuerdo mi infancia de niña discriminada y más me duele la discriminación que cada día siguen viviendo en nuestro país miles de niños y niñas por tener que vivir con una diversidad funcional. Solo han cambiado las formas de discriminar pero la discriminación es tan real, dramática y abominable como siempre.

A mis años y desde hace muchos ya, cualquier discriminación que se me infringe, no solamente me resbala, sino que además me provoca pena y hasta risa dada la ingenuidad de los pobres microbios sociales que la infringen porque no se saben carne de accidente vital y se convierten en dardo de sufridores sin siquiera ser conscientes de que de pronto y sin más ellos mismo o su entorno se pueden convertir en diana. Quizás forme parte de la cada vez más nociva e insoportable ingenuidad del ser ¿Quién sabe?

Días como hoy me acuerdo muy especialmente de niñas y niños -algunos ya adolescentes-, junto con sus familias que han tenido que soportar y siguen soportando lo indecible para sortear los obstáculos a la inclusión que ponen los mismos que se llenan la boca por estas fechas en hacernos querer ver lo que no existe. Me acuerdo de Silvia, de Gloria, de Ale, de Alex, de Aarón, de Sara, de Arturo, de David, de Miguel, de Nadia, de Laura, de Nico… y de tantas y tantos niños y adolescentes a los que por razones socia les de discafobia les van a seguir truncando la vida los mismos que hoy saldrán, -políticos y chavacanes-, a poner sus posaderas sobre una silla de ruedas, o irán a visitar un centro u organización de esos que sirven de tapadera y con los que se les llena la boca de solidaridad y buenas intenciones escritas en pliegos de arena en medio de una inmensa y profunda tormenta: la del dolor, la de la rabia, la de la soledad, la de la lucha infatigable, la de la supervivencia.

Eso sí, no faltarán tampoco los ricos y suculentos acuerdos, pactos, programas y subvenciones que acaben tallándose en piedra imborrable y perpetua durante generaciones y generaciones para que todo parezca que cambia y perviva el negocio de traficar una vez más con vidas vulnerables, sin que salvo los arduos y silenciados lo vean.

Días como hoy muchos como yo sentimos rabia ante la estúpida e hipócrita actitud de políticos y mentecatos que van tirando nuestro esfuerzo y sacrificio por la borda de sus propios intereses sin que se les mueva un ápice la conciencia solidaria de la que tanto se jactan delante de una cámara o plasmada en el papel cuché que nosotros les pagamos.

Hoy sin ir más lejos, sufro la decepción de ver como quienes por los que aposté y di hasta la última gota de ilusión para que pudieran alcanzar la sede municipal con el fin de hacer valer nuestros derechos y los de tantos olvidados, una vez sentados en sus asientos institucionales han dado al traste por tercera vez y esta última con la indiferencia y connivencia de la Junta de Portavoces, con una propuesta de Moción de Accesibilidad Universal en el municipio de Valladolid, mientras otros municipios la están acogiendo. Los mismos que no faltarán a alguno de esos saraos preparados para la ocasión y para que el común de los mortales aplauda su gesto.

Cada 3 de diciembre no es más que un día de heridas abiertas, para quienes vivimos el dolor de la hipocresía en contraste con la realidad que nos viene a recordar que somos esa especie de 4,5 millones dis-ciudadanas y dis-ciudadanos españoles de los que solo en tiempo de intereses se sirven.

Valladolid 3 de diciembre de 2015.

Mª Ángeles Sierra.

 

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