Esta carta a mi hijo forma parte de un ejercicio que nos pidieron en una de las sesiones de la Escuela de Padres de la Asociación Asperger Madrid. Sé que son muchos los que se sienten así y por eso también sé que son los que más comprensión y compañía necesitan. Estoy a su lado.
Gracias a todos mis compañeros de escuela 2012 por enseñarme, entenderme, escucharme, animarme y subirme la autoestima. La mía y la de Claudio. Pero gracias de esas que se dan con todo el cuerpo. No puedo entregar menos a personas tan tan tan tan tan valientes y de corazón tan espléndido.
Y gracias a Araceli y a Luismi. Lo suyo va más allá de toda implicación. Son muy grandes.
Tú quieres pero a veces no puedes. Yo puedo pero a veces no quiero. Por cansancio, porque me agotas, porque nunca pensé que criarte fuera una marcha cuesta arriba con lastre incluido. No me enseñaron a escalar. No aprendí sobre eso. Tengo miedo mientras subo, Claudio. Por ti y por mí. Y desconfío. De ti y de mí. Y aunque a veces, en pleno esfuerzo, me llenas los pulmones de aliento, me aplasta el cansancio. Mis pies son llagas. No quiero llevarte, quiero ir contigo. Bájate y camina a mi lado, por favor. ¿Es posible?
Imagino que soy tu vagón y que te llevo por una vía de raíles oxidados. Descarrilo y te arrastro conmigo. Imagino que he elegido un camino que no nos lleva a ninguna parte y me desespero. Ahí, en mitad, busco el mapa pero tengo las marcas del tiempo en la espalda que me sacuden hacia adelante. No me deja ver lo que busco. El Norte es un borrón. Por eso he pensado en cambiar el vagón. Que sea otro el que te guíe. He pensado en retar al tiempo y exigirle que se quede conmigo para reaprender a sonreírte, reaprender a verte, reaprender a admirarte y señalar un punto concreto en el mapa. Porque te lo mereces. Porque tus “yo quiero” valen más que millones de mis “yo puedo”. Porque tu valentía ha de ser recompensada. La tuya, la mía, la de los dos. La tuya mil veces.
Esto es lo que pienso, lo que siento y lo que no debería ni pensar ni sentir. Todo junto y a la vez. Una gran parte se asfixia antes de cobrar forma porque si yo me pierdo, tú también. Si yo no camino, tú te paras y eso no debe ser. Y así reanudo la caminata hasta un allí desconocido.
Tengo un depósito infinito de energía y amor. Amor, Claudio, amor. Tú te llamas Amor y yo te nombro. Puedo decirte que entonces no siento el peso, pero te mentiría. Siento, me escuece, me duele, pero quiero, debo y puedo.
No voy a prometerte nada, pero sí te diré que aunque me cuestas, me colmas; que aunque agoísta como ser humano que soy, también he descubierto una generosidad infinita desde que tu vida fue mi vida. Me tienes. Soy para ti.
Y perdóname si vacilo, si desvarío. Recuerda que solo tengo un cuerpo y que la subida es muy larga.
Te amo.
Fuente:
http://vaenserio.wordpress.com/2012/05/20/claudio-necesito-que-sepas/
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