Hace unas semanas ha saltado a los medios informativos la noticia de que el Juzgado de Instrucción número 44 de Madrid ha condenado a un colegio de Alcorcón a pagar 40.000 euros a los padres de un ex alumno de Educación Primaria que fue acosado por algunos compañeros de forma continuada
MYRIAM Z. ALBÉNIZ
De esta manera, se ha estimado íntegramente la demanda de la familia al constatarse el acoso sufrido por el menor, el daño inherente al mismo y la actitud omisiva del centro educativo que, al parecer, no se puso en contacto con los progenitores de los chavales que cometieron tan reprobables actos. La parte demandada ya ha anunciado la interposición del correspondiente recurso de apelación.
Multitud de inocentes víctimas de estas prácticas aberrantes afrontan cada lunes su cruel destino con una mezcla de miedo, llanto y soledad. Cuando cruzan el umbral del colegio, un selecto grupo de matones inaugura su demoledor Vía crucis transformando lo que debería ser un lugar para el aprendizaje y la convivencia en una prisión de máxima seguridad en la que no pocos niños maldicen su infancia mientras cumplen cadena perpetua. Cualquier excusa es válida a la hora de escoger la diana de turno. Ser gordo o flaco, feo o guapo, listo o tonto, se torna en motivo suficiente para resultar agraciado en tan siniestra lotería. La única característica común e ineludible que se les exige a los ganadores del sorteo es la incapacidad de defenderse y el terror ante la perspectiva de ser acusados de chivatos si osan relatar los escarnios que les infligen los gallitos del corral. La sarta de abusos es tan heterogénea como los colores de la paleta de un pintor, desde clavar lapiceros a rasgar ropa, desde pedir dinero a exigir juguetes, desde la patada al escupitajo. Todo vale para saciar momentáneamente la sed del verdugo. Según el perito de esta concreta causa judicial, el daño más grave que aún hoy padece el afectado es un cuadro de estrés postraumático que le hace candidato a arrastrar inseguridades en la edad adulta y a padecer un permanente complejo de inferioridad.
Abundando en el mismo tema, la muerte de Jokin Ceberio el 21 de septiembre de 2004 obró sobre la conciencia colectiva el efecto de un aldabonazo seco en mitad del corazón, convirtiéndose en el modo más perverso de comenzar el otoño. "¿Dónde miraban los profesores mientras Jokin sufría delante de sus ojos? ¿Qué hace el Estado con nuestros hijos en sus escuelas cuando se los confiamos? ¿Qué clase de mundo estamos construyendo que hace de niños de catorce años torturadores sistemáticos y sin escrúpulos?", escribía en una carta al director de un periódico un familiar del joven guipuzcoano días después de su suicidio. Por desgracia, siete años después, idénticos dramas se reproducen a diario en numerosos centros educativos españoles pero, incomprensiblemente, las consecuencias jurídicas derivadas del caso Jokin no han seguido los mismos derroteros que las del chiquillo de Alcorcón, dándonos la razón a quienes criticamos el, en ocasiones, peculiar funcionamiento del tercer poder. Supimos por boca de quienes le amaron que el prematuramente fallecido fue objeto de denigración moral y de exclusión. Los insultos y vejaciones que sufrió alcanzaron lo más profundo de su ser y debieron de producir tal efecto devastador en su subjetividad de adolescente que prefirió lanzarse por la muralla de Fuenterrabía antes que retornar al infierno escolar. Lástima que con él sus Señorías no hayan estado a la altura de las circunstancias y, tras la última resolución del pasado ocho de febrero, el carpetazo final haya adoptado únicamente la forma de absurdas multas a los implicados, exonerando de cualquier responsabilidad a su instituto. Es de todo punto imprescindible que los responsables del cuidado de nuestros pequeños no pequen de pasividad e inacción y extremen la vigilancia para que hechos tan deleznables como éstos no vuelvan a producirse jamás.
Fuente: http://www.laopinion.es/opinion/2011/04/19/acoso-escolar-sentencias-distintas-drama/340895.html
Fuente vídeo: http://www.youtube.com/watch?v=UFTLODJ5eLI
No hay comentarios:
Publicar un comentario