Laura Albor
En lo que llevamos de democracia se han aprobado ocho leyes educativas, ninguna por consenso, que han ido cambiando el sistema según el color del partido que estuviera en el poder. La mayoría de los expertos coinciden en que con cada ley se han ido cometiendo más errores.
FOTO: Varios alumnos en una clase
Javier nació en 1982, estudió E.G.B. pero acabó sus estudios con la E.S.O y el Bachillerato. No repitió ningún año, pero el tiempo que estuvo escolarizado conoció hasta cinco leyes de educación distintas. Javier es sólo un ejemplo de los múltiples cambios a los que ha sido sometida la educación en nuestro país.
Y es que, en lo que llevamos de democracia, se han aprobado ocho leyes educativas, ninguna por consenso, que han ido cambiando el sistema según el color del partido que estuviera en el poder . “La enseñanza es de las personas, no es un arma política", afirma el profesor de Educación y sociólogo de la Universidad de Navarra, Alfredo Rodríguez Sedano. "Para que funcionase bien habría que sacar de ella todo discursos ideológico".
La norma más longeva fue la LGE, que nació en el Franquismo y que, como novedad establecía la educación obligatoria hasta los 14 años. “Estaba basada en estudios muy sistemáticos llevados a cabo por Piaget y por Vigotsky ” afirma el profesor y psicólogo educativo Jesús Ramírez. “El rango de edad de cada unos de los cursos estaba más acorde que en las leyes posteriores y el nivel de exigencia era muy superior al actual”
Para el catedrático de Historia de la Educación de la UNED, Manuel de Puelles, el mayor logro de aquel momento fue la “invención” de la Educación General Básica, “para toda la población, obligatoria y gratuita” y subraya que “creó una demanda de educación que dinamizó y modernizó el sistema educativo”.
De esta manera, pasamos de la Ley de Ordenación de la Enseñanza Media de 1953, en la que se accedía al Bachillerato por una prueba de ingreso, a un modelo dividido en EGB (Educación General Básica), a la que le seguía, por un lado, el BUP y el COU en caso de que los alumnos quisieran orientarse hacia la formación universitaria y la FP (Formación Profesional) en caso de querer dar un perfil más profesional a su carrera.
“Quizá el único punto débil era la finalización de los estudios obligatorios a los 14 años” afirma Ramírez, “aunque hay que tener en cuenta que los alumnos que aprobaban sin dificultad, continuaban sus estudios de BUP o en cualquier caso, de FP, y solamente aquellos que llegaban con las dos repeticiones solían ser los que abandonaban los estudios al término de la EGB, lo cual nos lleva a los 16 años, que es la edad legal para trabajar” .
De la EGB a la LOECE, LODE, LOE...
Después llegaron un sinfín de leyes (LOECE, LODE, LOE etc) de las que hay que destacar dos: la LOGSE y la LOCE. En los años noventa el PSOE sacó adelante la Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE) que ampliaba la educación obligatoria a los 16 años. La EGB se sustituyó por la ESO (Educación Secundaria Obligatoria) y se establecía un nuevo Bachillerato de los 16 y 18 años que ponía fin al COU. Se establecía además una FP de grado medio.
“El mayor logro de la LOGSE fue dar continuidad a esa política iniciada en la LGE, prologando dos años más la escolarización básica, de los 14 a los 16 años. Otro punto fuerte ha sido la creación de la educación infantil -de 0 a 6 años-, verdadero cimiento de los sistemas educativos modernos”, explica Puelles.
No obstante, el profesor advierte de que los numerosos cambios no ayudan a mejorar el sistema: “Tantas leyes en sólo tres décadas producen inestabilidad, inseguridad y desconcierto. Las reformas en educación necesitan continuidad y el largo plazo. Necesitan el consenso”.
De la misma opinión es el subdirector del departamento de Educación de la UNAV, Javier Laspalas, que apunta a la gestión en Formación Profesional como la más acertada: “Se hizo de manera bastante estable, fue la única que no se fue cambiando con los Gobiernos, se retocó pero nada más”. Aún así, para el profesor, los problemas que atraviesa nuestro sistema educativo no están tanto en las leyes sino en la concepción de la enseñanza.
“Es en secundaria donde están los grandes problemas. A medida que ha progresado la sociedad española un porcentaje altísimo de gente va a las secundaria y ésta tiene alumnos de todo tipo: alumnos brillantes, normales, malos, vagos que no quieren estar ahí... El profesor tiene que enseñar pero nadie aprende nada porque enseñar a la vez a todos es imposible a no ser que los niveles sean tan bajos que todo el mundo pueda aprobar”.
Pese a que Laspalas admite que cada país tiene que buscar su propio sistema educativo sin copiar a los otros, admite que los colegios británicos son más eficaces que los nuestros: "Tienen cuatro líneas de bachillerato, una para superdotados, otra para buenos alumnos, otra para los normales y otra para los que tienen problemas. El profesor tiene grupos homogéneos. Ese es el error fundamental de la LGE, la LOGSE o la LOE y mientras eso no cambie no va a ir bien".
Los resultados
Siempre que se tratan las deficiencias de la educación en nuestro país sale a relucir el informe PISA, realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y que mide los conocimientos de los jóvenes de 15 años de 65 países. En el último, realizado en 2009, nuestro país se quedaba a doce puntos de la media de los países desarrollados.
“Los especialistas consideran que esa diferencia de doce punto es estadísticamente poco significativa”, afirma Puelles, “podemos decir que el rendimiento escolar debe mejorar si queremos estar entre los primeros en el informe PISA, pero lo resultados actuales no son pobres”.
Un poco más pesimista es Jesús Ramírez, para quien el cambio de la E.G.B fue un error: “Hemos perdido en la calidad del proceso enseñanza-aprendizaje. La ley actual tiende a favorecer a los que más dificultades tienen, aún a costa de que estos tiren de los demás alumnos. Se han dulcificado los contenidos y con ello, se ha rebajado el nivel de exigencia. Yo no veo ningún punto fuerte en esta ley.”
“Hay que inventar algún tipo de evaluación que genere mejoras y que tenga consecuencias porque los test de PISA no hacen públicos el resultado del colegio por lo que a los centros parece que les da igual" afirma Laspalas y sentencia: “El objetivo tiene que ser que la gente aprenda y los niños españoles no aprenden. Nuestro sistema es ineficaz porque no enseña e ineficiente porque gasta mucho para obtener muy poco”.
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