¿Qué es la inteligencia?
¿Se puede cuantificar?
¿Es heredable o producto del ambiente?
¿Unos presuntos extraterrestres “inteligentes” estarían interesados en nosotros más que en, por ejemplo, los elefantes?
Si a nivel evolutivo la inteligencia y una trompa de elefante son construcciones similares y no hay pruebas de que una inteligencia mayor produzca un mayor índice de supervivencia, ¿hay esperanzas para hallar seres en otros planetas que sean inteligentes tal y como lo somos nosotros más allá de que podamos encontrar seres con trompas de elefante?
Todas estas preguntas no tienen fácil respuesta y todavía hoy nos hallamos inmersos en su esclarecimiento.
Robert Plomin y sus colaboradores reunieron en Iowa a un grupo de adolescentes seleccionados por todo Estados Unidos que tenían un Coeficiente Intelectual (CI) de casi 160. Tomaron muestras de sangre de todos. Hallaron algo diferente: un fragmento en el brazo largo del cromosoma 6 se diferenciaba a menudo del de otras personas “normales”. Lo bastante a menudo como para llamar la atención. La secuencia se encuentra en mitad del gen IGF2R.
Pero ¿hasta dónde es posible medir el CI? ¿Sirve de algo su medición? ¿Tiene algo que ver con la inteligencia esa alteración genética de los superdotados?
En realidad, las primeras mediciones de la inteligencia se las debemos a Francis Galton, y no tenían nada de edificador: su discurso desprendía cierto tufillo racista y eugenésico. Dicho más claramente: tenía la intención de criar y eliminar a la gente de una manera selectiva, como si fuera ganado.
Es realmente difícil que las pruebas de CI no sean subjetivas o sesgadas hacia la clase media o unos valores culturales concretos. Pero las pruebas se han seguido usando de formas indiscriminadas, con el apoyo de la clase política, como a las que sometían a los inmigrantes que llegaban a Ellis Island.
Como apunta Matt Ridley en su libro Genoma:
No hay una definición de inteligencia reconocida como tal. ¿Es velocidad de pensamientos, capacidad de razonamiento, memoria, vocabulario, aritmética mental, energía mental o simplemente el apetito de algunas personas por las actividades intelectuales lo que las señala como inteligentes. La gente lista puede ser asombrosamente torpe en algunas cosas: conocimientos generales, destrezas, evitar las farolas o cualquier otra cosa.
Howard Gardner ha defendido que existe una inteligencia múltiple que reconoce cada talento como una habilidad aparte. Robert Sternberg cree que existen tres inteligencias fundamentales: la analítica, la creativa y la práctica.
Casi en por definición, sin embargo, la escuela se concentra en los problemas analíticos. Al igual que se hace con las pruebas de CI, que sólo favorecen a determinados tipos de mente. Por eso el CI se suele correlacionar con los resultados de los exámenes escolares.
Pero ¿dónde queda la creatividad? ¿Y la inteligencia emocional? ¿La empatía? ¿La intuición?
Afortunadamente, se ha perfeccionado mucho la objetividad de las pruebas modernas de CI, así como su insensibilidad a los antecedentes culturales o conocimientos específicos. También se tiene en cuenta que el CI tiene un gran componente de heredabilidad.
En ese sentido, los resultados son sorprendentes. Si dos gemelos son criados en la misma familia, su CI es muy similar. Pero si los gemelos son separados y criados en familias con fuertes diferencias socioculturales, los gemelos (aunque menos, por el factor ambiental) continúan teniendo una coincidencia de CI asombrosa.
Pero el dato más inquietante es del de las puntuaciones de los niños adoptados que se crían conjuntamente en una misma familia: sus CI se diferencia tanto como si se hubieran criado en familias diferentes. O dicho de otro mondo: el hecho de vivir en la misma familia no tiene en absoluto un efecto perceptible en el CI.
Y es que en este último siglo hemos descubierto lo importante que es lo que sucede en el útero cuando estamos formándonos en él. El 20 % de la inteligencia semejante de un par de gemelos puede explicarse por lo que ocurre concretamente en el útero, en tanto que esto mismo sólo puede explicar el 5 % de la inteligencia de un par de hermanos: los gemelos comparten útero, los hermanos, no.
La influencia de los acontecimientos que tuvieron lugar en el útero sobre nuestra inteligencia es tres veces mayor que cualquier cosa que nos hicieran nuestros padres después de nuestro nacimiento.
Los resultados de todos estos estudios aún se complican más con otros datos. Resulta que no sólo el CI evoluciona con la edad, sino también lo hace su heredabilidad. A medida que uno se hace mayor y acumula más experiencias, la influencia de los genes AUMENTA. En otras palabras: a medida que nos hacemos mayores, poco a poco se va expresando nuestra propia inteligencia innata y se deja atrás muchas de las influencias que los demás estamparon en nosotros.
O dicho de una forma más justa, para que no protesten los ambientalistas: se escogen los entornos que se ajustan a nuestras tendencias innatas en lugar de adaptar nuestras tendencias innatas a los entornos en los que nos encontramos.
El camino hacia la comprensión de la inteligencia es largo y tortuoso, y muchas veces la medición de la inteligencia no se diferenciará demasiado de la medición de la longitud de una trompa de elefante. Sin embargo, seguiremos usando toda nuestra inteligencia individual y colectiva para entenderla (entendernos), en una especie de juego de espejos en el que si no andamos con cuidado podemos salir mareados.
Fuente:
http://www.taringa.net/posts/info/2609571/_A-quien-le-sirve-el-cociente-intelectual_.html
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