Os dejo con un valiente y sincero escrito realizado por un docente muy decente. Un profesor al que vengo siguiendo hace tiempo y que creo es un ejemplo claro de lo que representa sentir y mamar la educación y el aprendizaje de sus pupilos desde cerca; salpicándose para lograrlo, aproximándose hasta “ensuciarse” para ser partícipe y cómplice directo de de ese constructo dinámico y motivante que debe ser la enseñanza en todos sus niveles. Y es que bastan unas pocas palabras, unos pequeños detalles, unos breves pasajes o, como dice el autor “ basta un pequeño instante” para impregnarse de ese aroma que recuerda el olor de lo que debe representar la palabra EDUCACIÓN.
Gracias Javier, por confiar en tus aprendices de ciudadanos y por hacer escuela motivante y comprometida con ellos y para ellos
Manuel Rodríguez
Basta un pequeño instante
Todos los mortales, sea cual sea nuestra condición, caemos en el error demasiado a menudo de conformarnos, de sentirnos realizados cuando podemos palpar lo que hemos conseguido, cuando podemos verlo delante de nosotros como si de nuestras posesiones se tratara o de aquel juguete que, después de largas jornadas en el escaparate de la tienda de la esquina, llegó a nuestras manos ansiosas por poseerlo.
Bastarían unos segundos de nuestra azarosa vida, un pequeño instante, insignificante en nuestro devenir diario, para meditar, dar un paseo por nuestro interior y reconocer en el baúl de nuestros pensamientos que existe algo, aparentemente irrealizable, imposible de conseguir, al menos teóricamente, por lo que merece la pena luchar. Acaso a los ojos de nuestra sociedad o de nuestros acompañantes de viaje sea una tontería, algo descabellado por lo que ni el ingenuo caballero de la triste figura daría un duro, pero nosotros no lo vemos así.
Si ahondamos en nuestro interior, aún más, indagando cuales son los motivos que han aparcado ahí nuestro sueño, veremos que tenía sus razones de ser. Lo más seguro es que si estaba archivado en el rincón del olvido más absoluto era porque su realización nos parecía inviable, o quizá por miedo a fallar, a que sepan de nuestras limitaciones.
Debemos reconocer que en esta vida que nos ha tocado vivir tenemos un papel asignado que debemos realizar con total garantía y que es responsabilidad únicamente nuestra, pero del que dependen muchas personas que pululan a nuestros alrededor, muchas veces incordiando, molestando, cabreando a nuestras ya maltrechas neuronas; otras inyectándonos unas dosis de alegría y buen humor. Si somos conscientes de que esa masa bulliciosa que nos rodea día a día y que forma parte de nuestra vida, de nuestras alegrías y nuestras penas, de nuestros éxitos y nuestros más rotundos y estrepitosos fracasos, tiene nombres y apellidos y una personilla con corazón, si tenemos claro todo eso, podemos llegar, si no a tocar, si a ver cuál es nuestro fin en este mundo de la educación.
Cierra los ojos y sueña, sueña en positivo. Ya sé que es difícil deshacerse de los malos humos, abundantes en nuestro trabajo diario, pero inténtalo. Si consigues abrazar ese pensamiento olvidado, si llegas a verlo con cariño, le das algo de tu alegría e incluso por qué no, algo de tu vida, sí, de la única que tienes, llegarás a hacerlo tuyo de verdad, a disfrutar de él y con él.
Haz todo esto por tus chavales, por esos que todos los días esperan de ti reacciones espontáneas y a los que casi nunca comprendemos y si lo consigues de verdad, si consigues adentrarte en su mundo, aunque consigas asomar la cabeza tan sólo un poquitín estarás abrazando la utopía. A veces, contradiciendo su misma definición es posible, es totalmente realizable. ¡Ánimo!
"Lo esencial es invisible a los ojos"
(Saint Exupèry)
Javier Lozano
22/02/93
2 comentarios:
Que hermoso post!
Gracias por tus palabras de aliento mientras estuve en reparaciones:)
Besos
Suscribo lo que dices, Ana, bellas palabras sentidas por quien las expresa.
Sólo una discrepancia contigo: Imposible repararte amiga, pues jamás te compararía con un simple objeto que pueda arreglarse.
Me alegro de que salieses de ese bache anímico y físico. Ahora te toca contagiarnos una vez más del sosiego y paz que sueles rezumar.
Un beso mío y de Silvia :-)
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