Aunque tarde y ya martes, no puedo irme a intentar descansar sin antes recordar que cuando dentro de unas pocas horas me levante será un día muy triste y duro, especialmente para los que aún nos sentimos utópicos y creyentes en la justicia; esa que no la aplica la legalidad, sino el talante, el sentido común, la ética y la, supongo, ya bastante atrofiada condición humana.
Un día lúgubre y machacante que comenzará con la muerte en vida de un ciudadano que no se rinde, ni se agacha por la dignidad y el orgullo personal de reclamar lo suyo; un hombre que a pesar de su deterioro físico por la cobarde polio que le afectó de niño y ahora con un deterioro ostensible de esa enfermedad que en su día las autoridades no supieron erradicar, hace mella en un hombre herido, no por el desgaste físico, que ya es significativo, sino por la cruel garrapata que en forma de usura mercantilista y sin escrúpulos le quita su morada; que no es sólo cobijo y ladrillos, sino DIGNIDAD robada a punta de letras liliputienses y una muy sospechosa y ruin falacia de supuestos contratos legales de mercaderes indignos, representantes, como no del mundo de las finanzas; en este caso del Banco Santander, ya conocido como el banco de Satán.
Jose Luís Burgos, quien ya este verano estuvo buena parte de su tiempo manifestándose a las puertas de ese Banco que le exigió contratar en su día un seguro para comprar su vivienda, comenzó el pasado 30 de noviembre una huelga de hambre; seguramente la situación más radical a la que un ser humano puede verse obligado a ejercer, cual suicidio lento y cruel, pero obligado por las, a menudo, presionantes condiciones psicológicas e ilógicas a las que terceros obligan a llegar a víctimas que sólo luchan por su dignidad y por lo que es suyo; no más.
Finalmente tras 24 días y determinadas tretas de ese endemoniado tiburón financiero dejó su postura radical, con las secuelas de su ya minado estado físico y el chantaje amable y persuasivo de una familia que sabe que José Luís llegaría hasta las últimas consecuencias.
Días pasados, el sr. Burgos nos comunicó que hoy día 18 de enero, retomaría su postura obligada y comenzaría un segundo calvario, una nueva huelga de hambre. Ojalá, finalmente se produzca algún acontecimiento que haga que este guerrero solitario y valiente no tenga que verse obligado a morir lentamente, puesto que el Banco de Satán continúa con su circo e impasible por la suerte de su cliente y ya denostado enemigo no está por la labor de reconocer su cinismo y devolver a José Luís, lo que es de José Luís.
Mientras tanto, me temo que somos todos los que obligamos a salir al circo romano a esta presa fácil para los leones. Lo obligamos porque con nuestros silencios cómplices y conformistas estamos silenciando y arrodillándonos a usureros y poderosos señores mercantilistas.
Me temo que si el Dios Botín y otras deidades análogas logran su objetivo, este ciudadano será devorado no por el poderoso Don Dinero, sino por nuestra cobarde actitud incoherente, sumisa y trágala. Llegado el momento habrá que agachar la cabeza y la mirada y sabernos merecedores de quien tan despectivamente nos gobierna, cual títeres lacayos de determinados banqueros.
Fuente viñeta: http://loestaspermitiendo.com/
Más información en http://vagabundotraslalibertad.blogspot.com/2011/01/llamamiento-social-de-jose-luis-burgos_16.html
Va por tí, José Luís
Fuente vídeo: http://www.youtube.com/watch?v=taZoBI21h7c&feature=player_embedded
Fuente: http://justiciavslegalidad.blogspot.com/2011/01/malos-tiempos-para-la-dignidad.html
1 comentario:
Hola Manuel.
El caso es tristísimo y una prueba más de la estafa a gran escala de la que somos víctimas; lo que hay detrás de esa publicidad de los mundos de Yupi. Espero que la solución llegue pronto. Pero es la punta de un gran iceberg de familias que sufren los efectos de una draconiana Ley Hipotecaria, que aunque te embarguen la casa aún tendrán que hacer frente a una deuda que arrastrarán de por vida y que no les permitirá levantar cabeza ¡Y estamos hablando de familias, muchas con menores a cargo!
Lo que hice yo al cumplir el año de firmar la hipoteca fue presentarme en el banco y cancelar todas las tarjetas y rollos que me hicieron sacar por narices y el seguro de hogar lo tramité por una aseguradora que me sale más barato. Se pillaron un buen cabreo, pero no les quedó otra que tragar.
Un abrazo.
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