Manuel Rodríguez G.
Como expresaba Jorge Manrique, en homenaje y recuerdo a su padre y al final común de cualquier mortal, "Coplas a la muerte de su padre":
Este mundo es el camino para el otro que es morada sin pesar...
... Nuestras vidas son los ríos que van a la mar, que es el morir,
Allí los ríos caudales, allí los otros medianos y más chicos,
allegados son iguales los que que viven por sus manos y los chicos
...
no hay cosa fuerte que a Papas, emperadores y prelados;
así los trata la muerte como a los pobres pastores de ganado…
María siempre ha sido noble de verdad, con clase, diferente, ejemplar, a pesar de su humilde procedencia familiar, de su diversidad funcional, a costa de un maldito medicamento que costó el sufrimiento en forma de polimelitis y derivados a miles de neonatos y sus familias, sin que, en esta "España nuestra de boina y pandereta" vigente aún en pleno siglo XXI, se hiciese nada porque una multinacional farmacéutica, pagase al menos económicamente los tremendos daños y perjuicios físicos, psicológicos, económicos, laborales, sociales y relacionados a tantas y tantas víctimas de esa negligencia consentida y ninguneada por el estado español.
La vida de María ha sido complicada, muy complicada, pero gracias a su espíritu de lucha, concienciación social y hacia su colectivo; su excepcional dignidad humana y ética; su fortaleza y utopía por aquello en lo que ha creído y considerado justo, ha hecho de si misma, no un modelo de pena y cínica lástima a sus condiciones físicas, humanas y sociales, sino un estandarte en el que proyectar su modelo de diversidad funcional, el respeto, dignidad y apoyo a las complicadas condiciones socioafectivas, laborales y sanitarias de este enorme colectivo, al que yo incluso pertenezco.
María, como pudiera expresar Jorge Manrique, no es un vulgar arroyuelo, ni siquiera riachuelo ni artería terciaria o secundaria que finalmente muere en el mar. María a pesar de su no pertenencia a esa monarquía, patriciado o clase social privilegiada a las que siempre ha denostado ; vulgar plebeya - dirían algunos- ha llegado a un mar inmenso, al menos para los que la hemos conocido de verdad y hemos tenido la inmensa suerte de ser asesorados, apoyados, izados y/o abrazados por su excepcional empatía y solidaridad.
Ella - para este que escribe al menos- es un río caudaloso y fértil que ha llegado a ese mar que jamás debe extinguirse ni en su memoria o recuerdo ni en su ejemplo como humana y amiga para todos aquellos que tuvimos la suerte de conocerla y disfrutarla.
Su río, en este caso, procede de una ideología que siempre amó y perduró en ella, como también lo hace en su acompañante y flujo principal, mi amigo David Bibiano, que ha sabido canalizarla, guiarla, cuidarla, complementarla y amarla. Un río, en este caso republicano que ha fluido en su persona y en la de quien siempre la ha navegado, cuidado y amado – David- por ideologías y creencias propias, amamantadas desde sus propias vivencias allá por los años 70; extensas, ecológicas y diversas; paralelas y consecuentes en todo su momento a sus vidas en este mundo.
La vida de María, su río, desembocó finalmente la madrugada del día 16 de enero, en ese mar inmenso de amigos que nunca la olvidaremos y que quedará presente hasta el final de nuestros días. Y como río rico, fluyente, vivo y nada heraclitano, seguirá su paso caudaloso hasta el mar de nuestros recuerdos.
Quede este pequeño homenaje para tí, en esta bitácora que gracias a la ayuda y apoyo de David y de tí, vio la luz hace unos años, aunque hibernando hace ya bastante tiempo.
María, ¡sigues presente!.
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