Manuel Rodríguez G.
Leo en la prensa digital el caso de un niño que se ha visto obligado a abandonar el colegio por el maltrato consentido; en este caso directamente por parte del propio profesorado.
Las secuelas psicológicas no le permiten asistir al colegio. De hecho se expresa por personal competente la recomendación de que no asista a clase en esas condiciones, incluso que se le permita la escolarización en casa.
El padre finalmente se ha visto obligado a dejar su trabajo para apoyar anímica y emocionalmente a su hijo.
Por otro lado denuncia el papel negligente que la propia Fiscalía de Menores ha mantenido en todo este “affaire”, mientras incluso a la abogada de la familia se le está “invitando” por terceros a dejar el caso.
Demasiadas coincidencias y paralelismos con el caso de mi hija y el mío propio; incluso el hecho que desde la Consejería correspondiente se apoye incondicionalmente al colegio denunciado. Demasiadas coincidencias y paralelismo que a mi, al menos, me indica la sistemática negación de hechos, ninguneo y falta total de actitud y aptitud por cortar estos procesos de maltratos hacia ciertos infantes por parte del entramado educativo. Complicado, si no utópico acabar con esta lacra educativa que es el maltrato escolar, acoso o violencia escolar que se dan tan a menudo en demasiados colegios, a costa de la cobarde actitud de complacencia, complicidad y oscurantismo de los demasiados colegios implicados.
¡Así nos va!
“Mi maestra me pega y me encierra en el cuarto oscuro”
DENUNCIA POR MALTRATO ESCOLAR A UN COLEGIO PÚBLICO DE ARCHENA
Jesús Pons.
El niño J. A., estudiando en el comedor de su casa
El 8 de junio de 2008 empezó una pesadilla para la familia Garrido, de Archena. Su hijo, J. A., de entonces 8 años, llegó del colegio público Micaela Sanz a casa con hematomas en los brazos, las piernas y la cadera. “Me di cuenta cuando fui a bañarlo”, recuerda la madre, María Esther Ríos. Cuando María preguntó a su hijo quién le había hecho esos moratones, la respuesta fue sorprendente: “Me lo ha hecho la maestra”.
La familia no daba crédito a lo que contaba su hijo. No quería creer que la persona en la que habían confiado la educación del niño podía haberle hecho esas lesiones. Según contaba el pequeño, le rompió sin querer a la maestra una pulsera que “valía mucho dinero”, y por ello recibió el duro castigo.
Los hechos fueron negados por el colegio en todo momento. Pero la forma de actuar del niño hizo sospechar a los padres. “Cuando veía una persona mayor se ponía las manos en la cara”, recuerda el padre, Antonio Garrido, un agricultor de Archena.
A partir de ahí, la preocupación creció, y los padres empezaron a investigar qué era lo que realmente estaba pasando. “Hablamos con compañeros de clase, que nos dijeron que habían visto a su maestra pegarle y pellizcarle. Y no solo una, sino tres maestras”.
El pequeño, poco hablador cuando tenía 3 años, necesitaba un logopeda. “Fue diagnosticado en el colegio en cinco minutos como que tenía retraso mental de gravedad no específica, y de esa barbaridad nos enteramos un años después”, dice la madre.
Medicado
“Confiamos que el centro nos dijo la verdad. Fuimos a médicos y nos dijeron que todo era normal. Incluso nos llegaron a decir en el colegio que había que medicarlo”.
Siguiendo las instrucciones de los responsables escolares, un psiquiatra le diagnosticó una medicación que dejaba al niño dormido en clase por la mañana. “La maestra lo dejaba durmiendo y lo despertaba para que se comiese el bocadillo, porque parece que así no le molestaba”. Así estuvo el niño acudiendo a clase hasta que una psiquiatra particular le quitó la medicación, y documentó que “lo que le han metido al niño a esta edad lo puede convertir en drogadicto”.
Según la cronología de los padres, el niño ha estado sometido a malos tratos físicos y psíquicos desde los tres años. Nunca quería ir al colegio, porque decía que lo trataban mal, que las maestras le pegaban y le encerraban.
Esta era la norma habitual de trato hacia J. A. en el colegio, según los padres, que llegaron a hablar con 15 compañeros de clase que confirmaron que “lo metían en el cuarto de baño de los niños, y que la puerta estaba arañada porque gritaba pidiendo salir”.
La consecuencia de este presunto maltrato, denunciado en el cuartel de la Guardia Civil y en los tribunales, es, según médicos que han tratado a J. A., hiperactividad, retraso en el habla, y retraso en el crecimiento, entre otros problemas.
Asumir las consecuencias
La denuncia también está en la Fiscalía, pero la familia asegura que no hay interés, e incluso “han sugerido a nuestra abogada que abandonemos”. Los padres, Antonio y María Esther, quieren que se reconozca que han maltratado a su hijo y que asuman las consecuencias.
José Antonio vive en un mundo de temor, sin autoestima: “Mamá, ¿soy tonto? ¿Un inútil? ¿Soy un loco? Es lo que me dice la maestra”, pregunta asustado.
La familia ha aportado también a esta redacción los partes médicos de las lesiones que le produjeron a su hijo, y que Urgencias remitió al Juzgado. Los galenos sospechan y el diagnóstico es claro: Maltrato infantil. Pequeños hematomas en brazos, piernas, cadera. Escisiones lineales en espalda y muslo.
Dibuja siempre en negro…
Una de las maestras aporta algunas pistas en la agenda escolar que el niño lleva a clase, y que sirve de comunicación con los padres: “Ha recibido varias collejas”, dice un 27 de noviembre. O se ha portado mal, lo he tenido en otra sala solo, pensando”. “Ha roto mi pulsera que es buena y voy a tener que llevar a la joyería”, escribe una maestra en el cuaderno.
Guardia Civil
En una de las primeras denuncias presentadas en el puesto de la Guardia Civil de Archena, la madre comparece ante la Benemérita con su hijo y denuncia los hechos, tres meses después de conocer los primeros síntomas de maltrato. El niño manifiesta que su maestra “le pellizcó por las piernas, brazos, vientre, además de tirarle fuertemente del pelo”. Y que “ha sido agredido en varias ocasiones y lo han encerrado dentro de una habitación cerrando las ventanas y dejándolo a oscuras. Que ha sufrido estos hechos en varias ocasiones”. Y también que “daba patadas y arañazos y gritos para poder salir”. Hasta que “lloraba y gritaba pidiendo que le abrieran, no haciendo caso nadie y permanecía hasta que llegaba alguna de las tres maestras y le sacaban”.
Los agentes intentaron recabar la versión de los responsables del centro educativo, que afirmaron que “eso no era cierto y que quién era su marido para hacer de detective”.
El maltrato recibido por J. A. viene avalado por las declaraciones de otros niños que comparecieron, con el visto bueno de sus padres, ante la Guardia Civil para confirmar los hechos. Así, el 11 de octubre de 2010 otro menor explica a los agentes que ha visto a cuatro profesoras “tirarle de las orejas, pellizcarle, y castigarle encerrándolo dentro del aseo”. También que un día fue encerrado y que fue con una compañero a decirle a la directora que J. A. estaba gritando y que esta dijo que no se metieran en sus asuntos, que iban a experimentar con J. A.”.
Irás a la basura
Relata el menor que vio como otra responsable del colegio tiró un libro que había roto J. A. a la basura y le dijo a este que “los libros rotos van a la basura igual que vas a ir tu”.
La familia se encuentra en una situación de indefensión. El niño no está escolarizado, y de ello responsabilizan también, en una denuncia presentada en el Juzgado de Instrucción número 1 de Murcia a dos fiscales, que cometieron “una valoración errónea” que ha perjudicado gravemente al menor.
El padre ha tenido que dejar su trabajo de agricultor para volcarse con su hijo, que como consecuencia de esta “tortura a la que ha estado sometido durante años”, tiene miedo a ir al colegio y recibe la educación a través de un centro a distancia. También recibe apoyo de la Fundación Filium para la Prevención del Maltrato al Niño, con sede en Madrid.
Desde la Consejería de Educación apoyan todas las pruebas del centro escolar. Pero el doctor Carlos Gardeta, director del Centro Médico y Fisioterapéutico de la Comunidad Autónoma de Madrid es muy claro: “Se recomienda que el niño no acuda al centro escolar y se valore la escolarización domiciliaria”. “Se observa una actitud de temor y evasión continuada con conductas de protección y autodefensa…”. Ahora la Justicia debe decidir. Si quiere, y puede.
Fuente:
http://vegamediapress.es/not/928/_ldquo_mi_maestra_me_pega_y_me_encierra_en_el_cuarto_oscuro_rdquo
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