¡HAY QUE ESPABILAR… ES COSA DE NIÑOS!
Esa fue una de las respuestas que me dio el Director del C.P. Santa Mª de la Coronada, de mi localidad, estando Silvia en primaria y a la que se le bajaron los pantalones, entre otros hechos, en una clase de gimnasia. Hecho del que me informé por una madre de una compañera de mi hija y a la que le sucedió lo mismo.
Mi hija por aquel entonces venía con moratones en los tobillos principalmente y nunca quería hablar ni del colegio ni mucho menos de esos moratones. La falta de verdaderos amigos y la soledad de la niña, ya por aquel entonces, era patente y llamativa, pero según sus profesores todo iba bien y si acaso Silvia ya maduraría …nada preocupante
El silencio cómplice y cobarde, tras destapar e informarme de este suceso pasó a ser “cosa de niños” según este individuo; y entre otras perlas se me dijo que debía dejar a mi hija que espabilase y que no lo viese con los ojos de adultos sino de niños. Ante esta actitud banal, de ocultamiento y cobarde le comenté que eso era sencilla y simplemente fascismo. Su respuesta de ninguneo y negación fue invitarme a irme con mi hija a otro colegio…
En el siguiente vídeo que se incluye más abajo, entre otros casos, Esther, una madre madrileña nos comenta cómo su hijo era acosado, principalmente de modo psicológico tras sistemáticas burlas y otras vejaciones intimidatorias, que hicieron insoportable al niño, y por ende a la madre, la convivencia y el día a día con un vecino instigador.
Como se decía al principio
¡HAY QUE ESPABILAR… ES COSA DE NIÑOS!
- El resultado de ese hostigamiento y acoso sistemático hacia Silvia, prácticamente a través de toda su escolarización, fue el cambio de colegio por el comienzo de un cuadro ansioso-depresivo de mi hija, finalmente muy pronunciado tras ser definitivamente rota su estabilidad anímico-emocional en el nuevo colegio C.P. Rodríguez Cruz de mi localidad, donde continuaron y se acentuaron ese hostigamiento, acoso y exclusión, hasta el punto de quererse morir.
- El resultado de los hechos sufridos por el hijo de Esther fue el verse obligada a irse a vivir a Alicante, para preservar el desgastado y minado estado emocional de su hijo; y el enorme gasto físico, psicológico, económico y social, que ello conlleva, dado que su hijo presentaba signos de estrés postraumático y lejos de los teóricos protocolos de actuación sobre el acoso escolar; fueron la víctima y su familia los que, finalmente, tuvieron que exiliarse.
El resultado para esa familia (tomada de ejemplo entre las muchas afectadas) y para mí ha sido, entre otros daños colaterales, la situación de un stress postraumático de nuestr@s hij@s y de nosotros los padres, principalmente por la inoperancia, Síndrome de Diógenes institucional, Síndrome de negación, ninguneo sistemático e incluso acoso institucional por denunciar estos hechos, al menos en mi caso; y comprobar cómo el sistema judicial, incluso deja mucho que desear, dado que la pasividad y lentitud de las actuaciones, si es que finalmente se verifican, nunca puede ser ni justa ni ecuánime; entre otras cosas porque esa lentitud o tardanza no va en consonancia con la urgencia de arreglar y sanar la dignidad, autoestima y daños psicológicos y sociales causados, para ser reparados en un espacio breve de tiempo, por lo que finalmente quedan secuelas en las víctimas y familias, al sentirse impotentes, trasgredidas e indefensas ante este terrorismo socio-educativo y demasiadas veces admitido y consentido por las propias instituciones, que se autoproclaman garantes, que exilian a las víctimas y niegan los hechos.
Por supuesto, no hace falta decir que todo este maremágnum de cinismos, complacencias, complicidades, y por ende cobardía, puede resumirse en una frase muy repetida por colegios y agentes educativos:
¡HAY QUE ESPABILAR…. ES COSA DE NIÑOS!
Fuente vídeo1:
http://www.youtube.com/watch?v=zxyuQJXjTsA&feature=player_embedded
Fuente vídeo2:
http://www.youtube.com/watch?v=pF1e8Xo79cY&feature=related
Fuente vídeo 3:
http://www.youtube.com/watch?v=NiIkgf5GixQ&NR=1&feature=fvwp
Nota:
El siguiente artículo, lo traigo a la palestra digital, motivado por las banalizaciones sistemáticas, ninguneo, Síndrome de negación, ocultamiento y trivialización inoperantes y polucionantes que se siguen verificando para descartar este grave terrorismo socio-escolar; en este caso concreto hacia mi hija y mi persona.
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