Con b o con v
¿Quién diría, admirando a Las señoritas de Avignon, que su autor no distinguía la b de la d? Pablo Picasso era disléxico, al igual que Van Gogh o Rodin, y como lo es en torno al 10% de la población, según las estadísticas que manejan las diferentes asociaciones de afectados. Por otra parte, administraciones, logopedas y organizaciones han vinculado en numerosas ocasiones este trastorno del aprendizaje -y otros similares- con el fracaso escolar. Por esto puede resultar arriesgado segregar en función de una excelencia reducida a las enseñanzas tradicionales. “Decidir que un grupo selecto va a ser objeto de todos los esfuerzos del sistema educativo, es decidir también que una parte del alumnado no lo merece”, sentencia el presidente de la federación Giner de los Ríos.
Por su parte, López recuerda la necesidad de que los centros educativos diseñen programas para aquellos alumnos con dificultades, pero insiste en que los programas de excelencia también se desarrollen dentro de los propios centros. “El gran problema que tiene el sistema educativo en España es que falta mejorar el número de alumnos con buenas resultados y eso sólo se consigue actuando en los propios centros docentes”, afirma.
Cuando se habla de fracaso escolar es inevitable sacar a la luz los datos que definen este lastre para el sistema educativo. El principal problema de la educación en España es el abandono escolar diferente al fracaso pero estrechamente relacionado. Según los datos aportados por el secretario general de FETE-UGT, el 28% del alumnado no consigue graduarse. Un grupo de alumnos de los ciclos formativos tampoco consiguen la titulación.
Por otra parte, el rendimiento escolar está relacionado con el ambiente familiar. El 45% de alumnos que viven en un ambiente cultural bajo tiene mayores posibilidades de abandonar la educación obligatoria. Ser inmigrante también influye, el cambio de cultura, el idioma y la adaptación hace que un 55% de inmigrantes tenga mayor tendencia al fracaso en la escuela, frente a un 30% de españoles. “Trabajar en el ámbito familiar en el caso de que haya tipo de conflicto es fundamental”, apunta López.
Además, la reducción del Bachillerato a dos años, precisamente en el momento en el que los estudiantes deben elegir su futuro, es para FETE-UGT otra dificultad añadida. “La enseñanza postobligatoria necesita una mayor flexibilización, que no aboquen al alumno a abandonar el sistema a la mínima. Un Bachillerato de dos años puede que sea demasiado exigente. Tal vez ampliar el tiempo dedicado a esta etapa a tres o cuatro años sería una solución”.
En definitiva, que durante la enseñanza secundaria los estudiantes no han sido formados para ser capaces de explotar sus fortalezas intelectuales y aprovechar las oportunidades cognitivas que la madre naturaleza les ha concedido, con lo que sufren una falta de orientación para decidir qué hacer en su futuro más inmediato.
“... de acuerdo con su vocación...”
Y cuando el mañana se convierte en presente, el alumno sin darse cuenta se encuentra sumergido en la universidad formándose para su futuro laboral. María José Romero, vicesecretaria segunda del recién constituido Consejo del Estudiante Universitario, señala esa falta de orientación en la educación secundaria como una de las causas del abandono académico (universitario).
El cambio de lugar de residencia y la imposición en determinados centros de una potente normativa de permanencia -que obliga a aprobar un determinado número de asignaturas con el riesgo de que el alumno sea invitado a abandonar sus estudios- son otras de las causas que elevan hasta un 30% la tasa de estudiantes que no alcanzan la titulación en la enseñanza superior.
Romero señala, además, que otro de los factores que influye en este aspecto es la falta de motivación a la hora de impartir docencia en los centros universitarios. “En la mayoría de las ocasiones el problema no son los temarios, si no el cómo se enfocan”. Un asunto que entra en la lista de ‘cosas a remediar de la enseñanza superior’ que el plan Bolonia tiene en sus manos. La mayor reforma del sistema universitario desde el inicio de la democracia no lo tiene fácil. El coste cero al que se pretende llevar la remodelación del esqueleto universitario va a generar una factura de costes educacionales que, otra vez, deberán pagar los alumnos.
“No se está haciendo lo suficiente. Bolonia propone clases con un número de alumnos reducidos, pero no hay medios para conseguirlo. Lo primero son los recursos”. Pese a que la representante de los estudiantes reconoce en Bolonia un paso adelante, no puede sino denunciar la falta no sólo de medios sino también de voluntad en parte del profesorado: “Los docentes deben recibir una formación, pero también tienen que estar dispuestos. Se han dicho los avances que aplicar en la manera de impartir docencia, pero hay algunos que no lo están haciendo. Si un profesor dice que su evaluación de la parte teórica supone un 90% de la nota final, nadie puede hacer nada para que no sea así”.
Pese a todo lo dicho, el éxito o el fracaso no sólo dependen de un correcto funcionamiento del modelo. Los sujetos pasivos, en este caso los estudiantes, pueden condicionar su propio futuro en función de la actitud con la que afronten las distintas etapas educativas. Durante los últimos años se han multiplicado los estereotipos sobre una juventud “con poco sentido del deber y del sacrificio”, como ilustraba el informe publicado por la Fundación Santa María, realizado por el sociólogo Javier Elzo en 2005.
Cinco años más tarde, una nueva edición de este informe ilustraba cómo un 47% de la juventud española declara su falta de confianza en un futuro prometedor para ellos, independientemente de la crisis económica. La tediosidad en la que parecía instalada esa generación de jóvenes llevó a crear un nuevo estereotipo juvenil: la generación ni-ni (ni estudia, ni trabaja). Pero a primeros del pasado mes de abril, un informe realizado por el Injuve reducía a apenas un 1,79% el porcentaje de jóvenes con un desinterés manifiesto por cualquier tipo de actividad, laboral o formativa. Por lo que queda manifiesto que la juventud se mantiene receptiva a los estímulos que recibe desde las instituciones educativas y el mercado de trabajo. De hecho, fue el modelo productivo vigente hasta la actual crisis el que abocó a una generación de jóvenes a abandonar sus estudios en busca de ingresos fáciles, tal y como se afirma una comparativa sobre el fracaso escolar entre España y la Unión Europea, publicado por la Comisión Europea.
El sistema educativo es la base sobre la que se construye “la instrucción de todas las funciones y energías del cuerpo y del alma” para “despertar el interés de sus alumnos hacia una amplia cultura general, de múltiple orientación, cada época especialmente exige, para cimentar luego en ella (...) una educación profesional de acuerdo con sus aptitudes y vocación”. La Institución Libre de Enseñanza continuaba en sus principios pedagógicos apelando a la instauración de un proceso de formación continuo desde la educación elemental hasta la universitaria con esos mismos métodos. Por lo que debería cundir la idea a toda la comunidad educativa de que sin unos cimientos sólidos el resto de la estructura comenzará a tambalearse hasta caer. Y como sentenció Séneca “cuando una parte del todo cae, lo demás no está seguro”.
Fuente: http://www.aprendemas.com/Reportajes/Html/R2135_F03052011_2.html
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