Manuel Rodríguez G.
Como viene siendo abrumadoramente generalizado, el psicoterrorismo que muchos niños vienen padeciendo en sus respectivos colegios, tras el acoso escolar sufrido, se ningunea, desprecia, disfraza y niega por las correspondientes direcciones de los centros, siguiendo por norma las pautas que desde los propios departamentos de Inspección les marcan. Este Síndrome de negación institucional puede incluso ser más agresivo y dañino si las familias afectadas, finalmente, tras el hartazgo de intentar por activa y pasiva que se corten estas actitudes de hostilidad, marginación y maltrato infantil, denuncian el caso. Ante esta decisión familiar obligada por la complacencia y desidia, se pone en marcha por el sistema educativo, el código no escrito pero llevado casi sistemáticamente a la praxis por esta especie de policía política educativa, que recuerda en exceso a verdaderos Torquemadas de este siglo XXI. Este “código de justas conductas” consiste básicamente en intentar chantajear emocionalmente a la familia que se ha visto obligada a denunciar el caso en los juzgados. La inquisidora actitud de estos representantes educativos se basará en el “sacrosanto” y cínico deber de protección hacia el menor (menor curiosamente maltratado por la complacencia y a menudo complicidad silenciosa y, por ende, cobarde de los colegios). Para ello intervendrá la “salomónica mano del corporativismo exacerbado en forma de Bienestar Social, Infancia y Familia, Servicios Sociales o departamentos análogos que, por supuesto negarán ese psicoterrorismo escolar e inducirán a abrir algún maloliente, desacreditativo, mísero y vergonzoso supuesto de absentismo escolar hacia la familia de la víctima; familia que comenzará a sufrir un verdadero proceso de acoso y derribo que el acoso institucional, fagocitante, cobarde y esperpéntico les deparará. Tristemente este minante y desgastante proceso de descrédito, polución y ocultamiento institucional hacia las víctimas no tiene fronteras y se extiende por toda la geografía de esta nuestra sociedad y análogas.
Lo que aquí comento son experiencias propias, obligadas a ser mamadas a la fuerza por un sistema educativo nocivo y envenenado para la salud física y, sobre todo psicológica de mi hija, a la que tuve que sacar de los tres colegios por los que pasó (y ninguno más como ya proclamé hace años).
Desgraciadamente siguen repitiéndose casos como el descrito y vivido por mi hija y por mi familia. Demasiadas veces, demasiado repetidos, demasiado callados, demasiado ocultados y disfrazados. Se sigue consintiendo y ninguneando esta dañina y vergonzosa realidad que marcará y dejará secuelas a demasiados niños inocentes. Se está fabricando una muy enfermiza, cobarde y apática sociedad de maltratadores consentidos. La factura social y ética será muy elevada, sin duda alguna.
El caso que sigue es el de una familia viguesa que tras los muy graves daños sufridos por su pequeño se ha visto obligada a “exiliar” a su hijo de 11 años. La administración ni responde ni abre vías de disculpas y soluciones. Sencillamente calla y en principio niega plaza en otro colegio para esa víctima brutalmente agredida. En el horizonte inmediato, la sombra amenazante de un envenenado e hipócrita “absentismo escolar”. Demasiadas coincidencias y analogías con el caso de mi hija y el de demasiados afectados. Sencillamente es la crónica de la historia interminable anunciada y finalmente negada
Desde aquí todo mi apoyo y ánimos para esta familia y, especialmente, para ese pequeño de 11 años, víctima no sólo de sus “compañeros” depredadores, sino de la actitud cobarde de demasiados adultos ligados a ese entramado educativo que permiten por comisión u omisión tanto silencio y complicidad miserables …
Una familia no escolariza a su hijo en Vigo tras denunciar que sufre acoso.
El padre alega que el niño, de 11 años, ha recibido 3 palizas y la Xunta no lo recoloca en otro centro
E.V.PITA
XOAN CARLOS GIL
Una familia de
XOAN CARLOS GIL
Una familia de Vigo tiene en su casa a su hijo de 11 años desde el 14 de marzo por miedo a que sufra acoso escolar y porque la Xunta no le recoloca en otro centro. Según denunció el padre, G.C., el menor recibió tres palizas de un grupo de compañeros de su aula de quinto de primaria del colegio público Santa Cristina que le obligaron a ser atendido varias veces en urgencias. No cuentan otros episodios de mordiscos o collejas. En el último incidente en el recreo, el menor recibió un rodillazo en los testículos que le abrió una fisura de 3 centímetros en el pene.
Tras la agresión, los padres retiraron al niño del colegio y denunciaron los hechos en la inspección de la Consellería de Educación, en la Fiscalía de Menores y en el juzgado de guardia de Vigo. Por el momento, no han obtenido respuesta de la Administración y temen que, si pasa más tiempo, la Xunta pida la retirada de la custodia del menor por falta de escolarización. Para que no pierda el curso, los padres han contratado a una profesora particular que lo pone al día en las asignaturas del trimestre.
También han iniciado trámites para matricularlo el próximo año en otro centro que tendría disponible un pupitre libre pero la Administración les pone como trabas porque esa parroquia no les corresponde.
El padre se queja de que los profesores actuaron con tibieza tras la agresión y que ahora ellos mismos «somos los apestados» del centro.
Fuente:
http://www.telecinco.es/informativos/sociedad/acoso-escolar-convierte-insoportable_2_1592355082.html
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