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El salario más frecuente en España no llega a los 1.400 euros brutos mensuales (salario modal). Con ese salario los ciudadanos deben pagar: comida, agua, luz, casa, ropa, transportes y, si les queda algo, ir al cine o tomar un par de cervezas el fin de semana.
Un diputado tiene de media un sueldo de 62.000 euros brutos anuales, más de 5.000 euros al mes. Si ha sido elegido por una circunscripción diferente de Madrid, recibe más de 1.800 euros netos mensuales para alojamiento y manutención, 870 reciben los madrileños.
Lo que ellos consideran un mínimo para vivir y hospedarse, es lo que la mayoría de españoles no consigue reunir para pasar el mes entero. Estas mismas personas son las que establecen el salario mínimo en algo más de 600 euros al mes, lo que a ellos no les daría ni para comer.
Estas personas nos acusan de antisistema a los que les señalamos con el dedo y pedimos explicaciones y responsabilidades. Si eso es ser antisistema, lo somos.
Estamos en contra de un sistema injusto y corrompido hasta la médula, un sistema donde sinvergüenzas afirman impunemente que "esta polémica aporta muy poco al debate político actual".
Esta polémica, este dato, es la punta del iceberg. Es el dato que arroja luz sobre la catadura moral de una clase política que no entiende nada y que se cree la divina receptora de unos privilegios sin parangón, mientras los ciudadanos vemos reducidos nuestros salarios, prestaciones, libertades, somos echados de nuestras casas, pasamos hambre, nos suben el precio de los bienes más básicos (luz y agua), etc.
Mientras ellos no renuncian sus innecesarias dietas, ayudas para el transporte, ipads, iphones, tarifas planas, pensiones, indemnizaciones, etc.
Su comportamiento es indecente impropio de quienes deben dar el mayor de los ejemplos. No nos merecemos una clase política así. ¡No nos representan!
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