El siguiente escrito,recuperado de una pequeña memoria de determinados recuerdos, surge tras una lectura de un artículo en el blog de una mujer; y sobre todo una madre valiente y fuerte, Carmen, que prevé malos tiempos, especialmente para Ale, su hijo, niño con autismo
http://alevidaindependienteyderechos.blogspot.com/2010/01/se-avecina-un-tormentoso-futuro-lleno.html
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PARA CARMEN. SIN DUDA UNA MADRE CORAJE (Y PARA ALE QUE, SEGURO DESPIERTA EN ELLA LO MEJOR QUE LLEVAMOS DENTRO)
Un día ya bastante lejano en el tiempo, que no en el recuerdo, comencé a vislumbrar las diferencias de una niña que apenas era eso; niña peculiar, alegre y perdida, pero atípica.
Aún recuerdo una tarde que en mi habitación rompí a llorar por la impotencia de no saber el por qué de sus peculiaridades que, en modo alguno daba lugar a las piezas que componen nuestro monótono aprendizaje individual. Allí estaba ella a escasos centímetros jugando y riendo como si nada, mientras me veía como lloraba amargamente por mi desesperación tras no entender nada. Eran lágrimas de desaliento, de miedo por un futuro incierto y lleno de temores fundados y muy dañinos; no para mí como conductor de esa niña sino por los muchos obstáculos, baches y caminos cortados que esa niña se encontraría en esa difícil y sinuosa senda que debería atravesar, en esta sociedad fagocitante que se siente amenazada y agredida ante la diversidad, quizás porque inútil de valores y de compromisos tiembla desubicada y asustada.
Comprendí, como padre y madre a la vez, que iba a ser un trabajo duro el responder a sus exigencias y a sus excelencias; a sus inhibiciones y a sus deseos cotidianos, pues inmersa en su mundo solía responder diferente ante los estímulos de cercanos y lejanos; sólo que aquellos lejanos le fueron dando de lado, exprimiendo sistemáticamente su alegría innata, apartándola de ellos en el mejor de los casos; vejándola y burlándose en el otro extremo.
Han pasado ya bastantes años desde aquel primer escrito al colegio donde a mi hija los propios maestros la ninguneaban y pasaban de ella. De ese primer escrito de una colección extensísima, recuerdo muy nítidamente una frase que tomé prestada de un tema de Alberto Cortez que decía: “Juan Comodoro buscando agua encontró petróleo pero se murió de sed.” A esta le sume “Silvia pasó a 4º pero finalmente fracasó no sólo a nivel escolar, social y emocional, sino en todos los órdenes.” Era el síndrome de Casandra, en que visionas, sin tener una bola mágica, esa transparencia de la que hablabas y que sabes lo qué sucederá a corto medio plazo. Transparencia que aunque quema por la desidia de quienes debieran proteger a estos niños diferentes, deshabilitados institucionalmente, te hace preguntarte por la miseria y el cinismo de buena parte de la especie humana cuando se sienten importantes, supremos, superiores y dignos de ser “normales” cuando su desfachatez ética y humana les convierte en orangutanes charlatanes, verdaderas atracciones de feria, juglares de masas, anarquistas colaboradores de la ignorancia y simpatizantes de anabolizantes pensamientos vanos. Pagan su deuda con el engaño de una sonrisa demasiado artificial, con el saludo de quien quiere parecer preocupado, consciente y partícipe de llevar a buen puerto a estos niños que tuvieron la “desgracia” de no ser tan monótonos ni tan marciales como muchos infantes, engreídos, agresivos, crueles y atrevidos al hacer daño a quienes sienten inferiores. Es el aprendizaje distorsionado dado por “adultos” y su forma de sentirse bien, de sentar adecuadamente sus nalgas cuando ya representado el papel de ciudadanos de bien pasan a la lástima, cuando no al desprecio que conlleva una crítica o un chiste fácil.
Como expresaba aquella tarde que rompí a llorar delante de mi hija comprendí que somos nosotros los padres los que debemos empujar, hacerles un sitio, interpretar el dolor de estos niños, sus exigencias, sus derechos y su reconocimiento social, como una diversidad, una opción, un deber maternal/paternal que nada ni nadie debe pisar. Lo demás, lo que venga mañana, próximamente o desgraciadamente dentro de otra generación ya se andará.
Por el momento madre coraje no debemos parar. ÁNIMO Y NI SE TE OCURRA RETROCEDER NI SIQUIERA PARA COGER FUERZA Y SALTAR
Un abrazo mío de Silvia y de Daniel para Ale, para ti y los tuyos.
Manuel
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2 comentarios:
Hola Manuel, impresionante carta de Carmen, un verdadero ejemplo de lucha como el de muchas madres y padres, gracias a los cuales hacemos el camino para un mundo mejor para nuestros niños y niñas.Cariños, Carmen
En realidad, lo que aquí rep`rduzco es un comentario propio. El escrito de esta mujer está en el enlace inicial
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