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ERA CAMINANTE CONVENCIDO Y NOCTÁMBULO CALLEJERO ...

Buscaba independencia por inquietud personal y libertad por derecho propio. Quiso conquistar la amistad de su dignidad, pero para ello tuvo que pagar una absurda y cínica deuda jamás contraida, que fiscalizó su vida y la de los suyos. Finalmente cayó en la trampa de la tarántula institucional, de la que sólo le separa una fría y seca tapadera semiabierta...

Acoso. Grabación en octubre de 2009

¡NO A LA INCOMUNICACIÓN,POLUCIÓN Y OSCURANTISMO!

¡DIVULGA LOS SIGUIENTES BLOGS, POR FAVOR!

VAGABUNDO TRAS LA LIBERTAD

EL CUADERNO DE GUILLERMO: NO, GRACIAS. (ACOSO INSTITUCIONAL EXTREMEÑO)

domingo, 29 de abril de 2018

Justicia vs Legalidad


 

Vagabundo
 
Se dice en la Biblia que el rey Salomón ordenó a un soldado que cogiese a un bebé del que dos mujeres se proclamaban madre del mismo,
para conocer quién era la verdadera. Su orden fue partir al niño en dos y repartirlo entre las dos mujeres. La madre verdadera enseguida se desdijo para salvar la vida de su hijo, mientras la otra no puso reparo alguno ante la decisión del sabio rey. Obviamente el rey fue justo, quizás no legal.
En situaciones tan esperpénticas y vergonzosas como las que se vienen produciendo en nuestro actual Sacrosanto Sistema Pseudodemocrático, donde –opino y creo - la independencia de los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial brilla por su ausencia en no atípicas ocasiones, la decisión de este rey; hoy día Juez omnipresente, podría ser la de “dejarse de gilipolleces y partir al neonato a la mitad, pesarlo y repartirlo por igual”, a fin de que las dos contendientes quedasen asistidas por ley y ninguna perdiese el amparo de la misma: Se calificaría como “Equilibrio en el reparto”. En todo caso, el bebé se hubiera abierto en canal. Es lo legal, se diría.

A menudo escucho el mensaje errado de la supuesta similitud entre justicia y legalidad. La experiencia, a base de hostias no consagradas, me ha aclarado hace demasiado tiempo que una cosa es la justicia y otra muy distinta la legalidad.

La primera, la justicia, responde al equilibrio, a la libertad individual pero respetando la colectividad; al derecho de ser tratado con el mismo respeto que los demás, pero con el deber de ser recíproco y consecuente con los mismos, sin restricciones pero a la vez sin doblegar esos mismos derechos de terceros; sin excepciones, sin ataduras, sin privilegios para que esa balanza esté bien equilibrada. Esos platillos que sustentan esa equidad dependen no de un individuo que interpreta lo que el poder respectivo, (“judicial” le llaman) le exige. Esos platillos que deben sostener y salvaguardar esa justicia igualitaria, sin distintas varas de medir, sin excepciones, sin privilegios anónimos depende de la conciencia colectiva; entendiéndola como una entidad bien informada, con un alto grado de bondad, consecuente, honrada y dispuesta a ser autoexaminada en sus derechos y deberes para con los demás. Nunca debería estar condicionada por quienes interesada o torpemente la manipulan o malinterpretan.

La legalidad, por el contrario, responde a intereses precisos; no de la colectividad ni para la colectividad, sino dependiente de determinados poderes, a menudo ocultos pero reales y agazapados. La legalidad es utilizada como arquitectura interesada, caprichosa y moldeable a expensas de esos poderes insaciables y disfrazados a menudo de pseudodemocracias incuestionables; sólo que esta legalidad ahora justificable mañana podrá ser injusta, caduca o poco práctica. Al fin y al cabo depende del timón y del viraje que el establishment correspondiente tome y que dependerá, en cualquier caso, de intereses y fines muy concretos y delimitados por estos. La legalidad entonces se convierte en un arma peligrosamente manipulada, viciada y corrupta en no atípicos casos. La justicia queda entonces en desventaja, desvalida, desprotegida, vilipendiada y despreciada. Justicia violada, como lo ha sido esa joven de 18 años, que unos jueces proclaman “sólo ha sido abuso sexual” de cinco depredadores sociales, de “cinco chicos con ganas de juerga” que según uno de esos “intérpretes de lo legal”parece que incluso hicieron disfrutar a la víctima o al menos participó activamente de dicho “jolgorio”. Dicen que es la ley, se dice que es legal… Lamentablemente la legalidad usada en este caso -¿interesadamente?- como en tantos otros no conocidos ni dados a conocer por la opinión pública, instará a que esa justicia sea tomada como un vulgar trágala, como lo ha sido esa joven por demasiados sectores interesados, a pesar de que al menos, ha tenido el respaldo social de no pocos colectivos y con ello la visibilización de casos tan graves como el sucedido.

 
Ojalá este tipo de injusticias sean denunciadas socialmente y a gran escala, sin limitaciones, sin tapujos, sin condicionamientos. Injusticias no limitadas sólo al machismo sino por extensión a cualquier colectivo maltratado: niños en demasiados colegios; ancianos en centros de mayores; trabajadores en condiciones laborales lamentables; pensionistas sin un mínimo económico para finalizar sus vidas con cierta dignidad; discapacitados granjerizados y coartados a vivir en un verdadero apartheid social”; familias a las que se les arrebata su vivienda porque Papá Estado se rindió a los bancos… y fue incapaz de hacer frente a deberes sociales para toda la comunidad.

 
Aconsejaba Don Quijote a Sancho Panza, diciéndole:
“Cuando encuentres Sancho en pugna, el derecho y la justicia, inclínate por la justicia
Necesitamos más Reyes Salomón y menos jueces insensibles y de dudosa ética social.
¡Basta de tanta justicia medrada y trágala, de tanta distorsión real entre lo justo y lo legal! Creemos en la justicia (lo que debe ser). No tanto en la legalidad (lo que se permite) L

miércoles, 4 de abril de 2018

Suicidios inducidos por acoso escolar. A la familiar de una víctima


Vagabundo

Antes de comenzar, quiero aclarar a lectores y detractores que todo lo que en estos blogs comento es sencillamente producto de mis suposiciones, de mi dura experiencia y de las muchas hostias que el poderoso establishment reinante me ha infringido a lo largo de demasiados años; tantos como los que lleva siendo "puteada" una joven de 20 años desde su más tierna infancia. Por tanto, estas presunciones y suposiciones  interprétense como simples opiniones y reflexiones personales. Que cada cual las entienda procedentes o no. Yo desde luego me las creo, aunque me reservo esa supuesta “paranoia” con la que a algunos malnacidos les encantaría etiquetarme. Quede ahí ese frágil escudo antihostias por lo que pase…

Hace unos días, me llegó un mensaje a través de uno de los blogs que tengo hibernado por diversos motivos desde hace ya más de dos años (Repasar  ¿Parada final? ).

El mensaje en cuestión era una solicitud de información de una joven, referente a un  caso de suicidio inducido por el terrible bullying o acoso escolar. Un caso, por cierto enterrado prácticamente desde el suceso del mismo por supongo, demasiada incomodidad global.

Detrás de esa solicitud, se encontraba no una posible víctima directa actual; tampoco una persona que quizás, curiosa y preocupada por circunstancias intentase ayudar a alguien o simplemente conocer la realidad y la cara demasiada oculta de esta tétrica y cínica realidad escolar. Era mucho más. Era y es la hermana de una pequeña, Saray Mondragón, que con tan sólo13 años, presionada y coaccionada se vio obligada a saltar al precipicio, hace ahora cuatro años…

(Consúltese

Aunque desconozco la edad de esta joven inmigrante y aunque soy consciente de que mis palabras pueden hurgar amargamente en el triste episodio de ese pasado cercano, finalmente he querido contestar a las inquietudes y enorme dolor de esa hermana de Saray. No ha sido fácil tomar aliento y escupir tanta vergüenza y aunque, insisto, desconozco si estas palabras dañaran más que ayudarán a esa familiar, por dignidad, ética y por qué no decirlo, por apoyo moral a esa familia, he considerado finalmente que hechos como estos deben salir a la luz pública y mostrar las muchas vergüenzas que hay que lavar y eliminar en esta nuestra cínica sociedad actual. El silencio, en estos casos, entiendo que sólo ayuda a quienes dieron lugar a que la pequeña se viese obligada a dar ese salto mortal y por extensión, a los demasiados testigos mudos y cobardes que por omisión/comisión nada ayudaron. Saray, al igual que demasiadas víctimas no se merece ni este silencio cómplice ni el olvido cómodo y distante, ajeno de tanta gente.

Estimada joven, te contesto:

Conocí el caso de tu hermana por determinadas publicaciones aparecidas en los medios de comunicación. Indagué, dentro de mis exiguas posibilidades sobre ese dramático caso y entendí que había que difundir y denunciar el caso desde mis muy limitadas bitácoras. No sé nada más del caso de tu hermana, Saray Mondragón. Sí sé y compruebo que fue muy llamativo cómo se diluyó ese grave caso de acoso escolar en tan breve tiempo y en tan -cuentan-“civilizada y democrática” nación como es esta nuestra “Grande y Libre España”.

Cuando un caso no se conoce, entierra o no se difunde, desaparece. Es decir, pasa a no existir en la práctica. A fecha de hoy, si se busca con los navegadores típicos por Internet, la sospechosa falta de información sobre el trágico suceso llama la atención;  apenas existe y alguna que otra publicación aparecida en su día ni siquiera se encuentra ya…

Sólo sé que, después de cuatro años de su trágica y vergonzosa muerte (yo denomino a estos casos suicidios obligados u homicidios inducidos), NADIE se acuerda de Saray y de su trágica muerte.
 
NADIE, para vergüenza de todos

Vergüenza de aquellos hostigadores implicados que con sus burlas, rumorologías, críticas, bloqueos sociales, chantajes emocionales, amenazas, manipulaciones, intimidaciones, marginaciones, menosprecios, actitudes soeces y discriminatorias consiguieron aislarla y excluirla del resto de compañeros para luego bajo esa presión cruel empujarla indirectamente a tomar esa fatal decisión de saltar al precipicio.

Vergüenza de “compañeros” cobardes, asépticos y vacíos que no fueron capaces de auparla, arroparla y mostrar la empatía debida que se presume es parte del ser humano, para no ser presa fácil y solitaria de tanta rapiña humana, de tanto depredador miserable.

Vergüenza de ese colegio “católico” y de quienes se arropan en una religión para preservar sus culpas aferrándose al “Divino”, cual actitud sacrosanta y aopologética de sociedades fachas y carcas, como lo demostraron los comentarios aberrantes y cínicos de una vergonzosa AMPA.

Vergüenza de todo un Sistema Educativo que facilitó el corporativismo hipócrita y cómplice de todas las instituciones implicadas para que el caso de Saray se quedara en un suceso triste y poco más, cual jodido accidente esporádico, puntual y excepcional.

Vergüenza del mundo de la opinión pública y de la inmensa mayoría de los medios de comunicación nacionales que, cual ave de rapiña, sobrevoló el caso cual cadáver ya extinto y comido, sin importar las extrañas circunstancias y gravedad del caso, quizás por impertinencia o incomodidad del asunto.

Vergüenza de toda una sociedad en su conjunto que, me temo fue adormecida, manejada e incluso desinformada para que ese grave caso de suicidio inducido fuese un caso de tercera categoría; un mal menor, poco interesante y menos aún recomendable para que la elite que maneja los medios de comunicación y por tanto, la política de este “grande y libre país” lo diese a conocer. No era recomendable para los simples y abducidos ciudadanos de a pie que una “vulgar sudaca” pusiera en entredicho la “honesta” responsabilidad del Sistema Educativo; tampoco la “virginal honorabilidad” de reputadas congregaciones católicas…

Vergüenza y asco de minusvalorar, disfrazar y ocultar el caso porque Saray, sencillamente era colombiana  y eso en esta España de hoy lamentablemente como en esta España de siempre, para no pocos es sinónimo de diferenciación e infravaloración, motivos para que la vil xenofobia y racismo de unos contribuyese a que Saray psicológicamente fuese vapuleada, linchada y finalmente empujada tras tantas coacciones grupales a saltar desde ese quinto piso.
 

Lamentablemente, según su colegio, ese salto fue el que una niña da a quien ama, a quien anhela abrazar

para reunirse con nuestro Señor, gozando del descanso y la felicidad eternas junto a la Virgen y a Madre Alberta”

Para sus hostigadores directos y muchos de los que conformaron ese equipo de cómplices y cobardes testigos mudos, me temo que el hecho de saltar al precipicio de esa pobre niña representó para sus escuálidas y muy subdesarrolladas empatías el burdo castigo que impondría una autoridad fronteriza, cual vulgar retorno a su país de destino, sólo que el viaje de ida no fue a la hermosa Colombia sino a un limbo cínico y desdichado. Un viaje obligado a ninguna parte sin posibilidad de retorno.

Tengo una hija que ha sufrido y sigue sufriendo el azote de este terrorismo psico-social y educativo que representa el acoso escolar. He de reconocer que aunque ella afortunadamente no dio ese paso desdichado y fatal hacia la muerte, de alguna forma también la he perdido. Ella ha cambiado radicalmente, tras las enormes secuelas psicológicas y conductuales que tanto daño y mella han hecho en su personalidad; tanto que a día de hoy, perdida y desubicada, desconoce quien quiere ayudarla y quien pretende dañarla. Confieso que estoy asustado y muy preocupado porque ya no sé cómo ayudarla. En este sentido, quienes somos víctimas de ese terrorismo (víctima principal y familiares más cercanos) sabemos por defecto y por experiencia que nadie nos ayudará. Tampoco ella lo pone fácil y es reacia a recibir ese apoyo necesario. Sus muy duras vivencias la han marcado de por vida. Ella no es ni será ya nunca la que fue y conocí.

Hace escasas fechas mencionaba y recordaba el caso de tu hermana Saray, entre otros, en un escrito a unos típicos “perritos falderos” que sustentan la dirección de un centro donde mi hija sólo pudo aguantar un trimestre y no más:

“Respecto a la falta de escolarización referida por ustedes, ya les recordé también el obligado exilio de mi hija, tras manifestaciones muy graves sobre su integridad física, dado el calvario sufrido en anteriores escuelas. Yo, al menos, cuento hoy día con mi hija, muchas otras familias desgraciadamente no pueden decir lo mismo. Les recuerdo unos pocos casos de suicidios inducidos por ese cáncer silencioso, cómplice y cobarde denominado acoso escolar; unos pocos casos de los muchos que se ocultan a la opinión pública; casos como el de Jokin Cebreros en 2004, tras tirarse de la muralla de su localidad, Hondarribia, que ni mucho menos fue el primer caso de acoso escolar en España, aunque sí el primero en alcanzar trascendencia mediática; el de Carla Díaz Magniem en 2013, la chica que se tiró por los acantilados en Gijón con tan sólo 14 años; Sarai Mondragón, joven colombiana con 13 años; Mónica Jaramillo con 15 años, Arancha, chica de 16 años que se tiró desde un 6º piso en Usera; Diego un chico de 11 años que se tiró de un quinto piso, hace ahora dos años; Alan de 17 años hace un par de años; Lucía, joven murciana de 13 años que se quitó la vida hace apenas un año, al igual que Unai con 12 años; Zulima de 16 años que se quitó la vida el pasado 19 de noviembre, como también lo hizo la joven de 17 años, Elisabeth en Navarra … todos/as ellos/as de una forma u otra obligados/as a ir a un lugar donde lo de menos era el aprendizaje, socialización y cooperación, como tan repetidamente se nos cuenta…”

Me quedo en este tintero virtual a muchas víctimas: Cristina Costa, que con 16 años, se vio obligada a tomar una fatal decisión, el 24 de mayo de 2005; como así también lo hizo Daniel Peña Sánchez con 19 años, el 21 de diciembre de 2013 y tantos otros que de un modo u otro sintieron esa presión cruel y despiadada de una manada de sinvergüenzas secuaces para, como presa fácil, verse obligados a tomar tal decisión radical y trágica. Supongo que entre esas muchas víctimas, no habrá pocos casos de anónimas y olvidadas víctimas que habrán sido dadas de “baja” por suicidios sin más; sin aclarar el origen nuclear de tan fatal decisión. He de recordar que Jokin fue la primera víctima oficial de este terrorismo disfrazado en el año 2004. Primera víctima oficial de este cáncer socio-educativo pero me temo ni mucho menos la primera víctima real. Apuesto que, lamentablemente, tras el anonimato se ocultan muchos más. En cualquier caso, ¡qué poco hemos aprendido! y, lo peor ¡qué falta de coherencia y responsabilidad de quienes se denominan garantes institucionales!, entre los que destacan las respectivas inspecciones educativas, responsables políticos de turno y, por qué no decirlo, fiscales y Jueces que a menudo lejos de indagar e investigar adecuadamente se escudan en archivar casos tan graves e incómodos como los aquí comentados.

Aunque son sólo algunos ejemplos, todos los casos expuestos son consecuencia de una indecencia y cinismo exacerbados, ligados a la inacción, omisión de socorro e incluso comisión de posibles delitos penales.

 

Personalmente el caso de Saray representa para mi una vergüenza ajena y bajeza enormes, extremas, que dice muy poco de mi país; de sus dirigentes y responsables e incluso de mi gente. En este sentido, el silencio de este caso ha sido un silencio cobarde, mísero y nada consecuente con la actitud de cooperación, dignidad y apoyo a quien lo necesite; más aún si cabe a una niña que tan sólo contaba con 13 años.

Me da igual su procedencia, raza, religión, ideología, cultura, identidad sexual, etc.
 
En este sentido, estimada hermana de Saray, sólo puedo ofrecerte a ti y a toda tu familia mi pésame más sentido hacia ella.
 
No puedo ni quiero entender actos tan lúgubres y mezquinos para empujar a un ser a la muerte; más aún con tan escasa edad. Saray no saltó. Como demasiadas víctimas, fue obligada por presiones y coacciones a tomar esa fatal decisión. Estas muertes no son simples suicidios, entiendo que representan homicidios inducidos.

Si dura y triste es la ausencia de un ser querido; más aún lo es a estas tempranas edades y, sobre todo, en estas vergonzosas situaciones, donde siempre impera el que algún aprendiz de psicópata elija a la víctima por alguna diferencia o peculiaridad, independientemente de que ésta sea positiva o restrictiva para los demás, pero a la postre diferencia. Y es que, no lo olvidemos, este tipo de depredadores no tienen luz propia. No saben ni quieren aceptar que para brillar no hace falta apagar la luz de los demás. Luz que demasiados cómplices no se atrevieron a preservar. Luz propia que seguro Saray, esté donde esté, seguirá transmitiéndonos.
 
 
 


Un abrazo para todos vosotros, familia Mondragón. Mucho ánimo.

jueves, 22 de febrero de 2018

Acoso escolar: "NO QUIERO PROBLEMAS"


Vagabundo

Resulta muy triste haber conocido, en esta docena de años largos que junto a mi hija llevo soportando el acoso y derribo escolar, social e institucional a demasiados testigos cómplices y cobardes, mal denominados testigos pasivos a secas. Algunos mudos. Otros incluso proactivos, pues lejos de implicarse y defender a la víctima la utilizan cual árbol caído para dañarla aún más e intentar ser reconocidos por el grupo de hostigadores. Son los típicos “perros falderos y trepas” que suelen ejercer un papel de auxilio y reconocimiento pseudosocial respecto al depredador principal de esa organización tóxica y perversa. Pretenden entrar en la pirámide cobarde que el hostigador y sus secuaces construyen con el fin, unas veces, de subir peldaños en esa organización mafiosa; otras simplemente para no ser objetivos de ese clan violento y mísero, porque no pocos de ellos han conocido de algún caso de gente próxima a ellos que sufrieron esta lacra socio-educativa y temen ser los siguientes.
 
Respecto a los testigos mudos es fácil detectar sus distintas formas de ejercer esa pasividad cobarde y, a la postre, esa complicidad que dota de gran poder al pseudolíder de la manada, pues ello incrementa notablemente el ego de este tipo de sujetos. Esa complicidad pasiva y cobarde suministra al posible aprendiz de psicópata aventajado una sobredosis de narcisismo y reconocimiento de sentirse el (falso) centro de atención, el “amo”. Un verdadero “chute” de autoestima artificial a costa de una víctima más.

He de confesar que he conocido a demasiados testigos pasivos y cobardes. He de reconocer que cada uno de ellos me defraudó y me infringió con sus actitudes frías y distantes mucho dolor y una enorme desilusión, a pesar de que entre ellos se encontraban supuestos amigos e incluso familiares. Entre esos testigos mudos y cobardes hay quienes miran a otro lado porque temen entrar en conflicto con terceros, a pesar de que son conscientes de que hay un claro daño hacia la víctima. Son individuos muchas veces ligados a la víctima: Compañeros, supuestos amigos o relacionados con el núcleo principal de ese hostigamiento sufrido: profesores, psicólogos, médicos, asistentes sociales, abogados e incluso familiares. Cuando se les pide auxilio o cierto compromiso, a menudo se esconden en absurdas lógicas interesadas, pero nada éticas ni coherentes; evitan tomar parte en el asunto porque ello les incomoda y coloca en una situación poco interesante frente a terceros; algunos reconocen en privado que ello les puede causar enfrentamiento con superiores o simplemente problemas que es mejor no mostrarlos. En definitiva, se agarran a la frase hipócrita y nada ética

“NO QUIERO PROBLEMAS”

Seguramente las palabras que más duelen y más daño hacen; tanto o más que la que pueden infringir los propios hostigadores porque vienen de personas a las que, en principio, se les ha elegido, se ha creído en ellas, se les ha suministrado una sagrada información personal e íntima, se les ha pedido ayuda, colaboración, cooperación, solidaridad, implicación, empatía…
 
“NO QUIERO PROBLEMAS”: Frase de tres únicas palabras que finalmente se diluyen, se tornan vacías, como esa llamada única y de auxilio antes de ser encarcelado. Frase que coarta solidaridad, esperanzas, justicia y dignidad; esas que apenas vemos y sentimos ya, cuando tras llamar a tantas y tantas puertas se nos cierran sistemáticamente, sin tener la posibilidad de expresar el demasiado daño que venimos arrastrando y soportando víctimas y familia.

¡NO QUIERO PROBLEMAS!

Sólo me queda preguntar, ¿qué pensarás tú, potencial víctima en un posible futuro cercano, que quizás te hayas acomodado en esa frase socorrida pero tremendamente cínica cuando seas presa de ese terrorismo psicosocial?...

Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,
guardé silencio, porque yo no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata,
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté, porque yo no era sindicalista,
Cuando vinieron a buscar a los judíos,
no protesté, porque yo no era judío,
Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar

Martín Niemöller 1946

... y parece que fue ayer

jueves, 3 de agosto de 2017

¿Protocolo escolar en alumnado con TDA/H?

 
 


Vagabundo
 
Resulta penoso que noticias como la siguiente salgan a la palestra, dado que este tipo de inacciones por parte del estamento escolar es sistémica en toda nuestra geografía. Por el contrario, representa una minoría atípica que pocos colegios apliquen y lleven a la práctica los protocolos y apoyos reales a alumnado con necesidades educativas específicas, como en el caso del TDA/H y análogos.
 

"La Justicia obliga a los colegios a aplicar el protocolo en niños con TDAH"                

"Un juzgado entiende que si el menor está diagnosticado, los centros educativos deben activarlo"

 
 


Seguimos viviendo en un país pseudodemócrata, donde la justicia, fiscalía y otros supuestos defensores de los derechos, en este caso de menores, a menudo medran por activa y por pasiva ante el "sacrosanto" y poderoso sistema educativo nuestro. Da igual que se violen los derechos de los menores, algunos de ellos incluso con un reconocimiento de discapacidad. Alumnos que son expulsados directa o indirectamente de este cínico sistema educativo que obstaculiza, coarta y excluye a quienes por su diversidad funcional, son excluidos e "invitados" a ser parte del abandono temprano y, por supuesto, a engordar las cifras del denominado fracaso escolar, que posteriormente se traducirá en un fracaso social. ¿Fracaso de quién, de este alumnado o del propio sistema educativo actual? Así nos va...
 

jueves, 15 de junio de 2017

Acoso escolar: Manipuladores institucionales


Vagabundo

 
Quienes somos víctimas del temible acoso escolar o bullying: víctima y familiares cercanos, hemos sido maltratados, vejados y perseguidos no sólo por un/a vulgar macarra y sus pandilleros secuaces. Cuando nos hemos vistos obligados a denunciar esta situación de desprotección, violencia física y sobre todo psicológica, dada la más absoluta indefensión, inacción y ninguneo de los supuestos garantes; en este caso colegios y entramado educativo, el efecto resultante ha sido el llevar a la práctica ese dicho tan conocido: “la mejor defensa es un buen ataque”; ataque basado especialmente en la política de “Divide y vencerás” Para ello las direcciones de los colegios, guiados por esa especie de policía política denominada Inspección, comenzará una guerra sucia de bulos, rumores y descréditos no sólo hacia la víctima principal, sino lo peor hacia la familia, a la que se le tildará frecuentemente de inadaptada, desestructurada, conflictiva y negligente, en el mejor de los casos; rumorología que usará como elementos dispersadores y tóxicos no pocas veces a las propias asociaciones de padres, frecuentemente alineadas y seleccionadas por las propias direcciones de los centros implicados. En esa caza de brujas, el oscurantismo, mezclado con bastante ignorancia y no pocas veces la falta de ética, cuando no embadurnada de un exceso de cinismo, hará que ese tóxico gas rumorológico dañe hasta las entrañas a esa familia que un día se vio obligada a denunciar. Rumores y bulos que se acrecentarán cuando entren en juego no sólo falseados informes del entramado educativo; sino además de apandadores cómplices de otras instituciones: Servicios Sociales, Familia y Menores y un extraordinario contubernio de vergonzosos trepas y correveidiles pandilleros adoctrinados, cuya misión final será “mostrar la supuesta limpieza ética y garante de las instituciones implicadas”, con tal de que se escaparate corrupto brille y sea publicitado como virginal e íntegro.
 
Si las situaciones de maltrato y acoso se reproducen y se destapan,  las instituciones públicas implicadas se encargarán de  manipular las cifras, resultados y crudas realidades de este terrorismo institucionalizado del acoso escolar para reconvertirlas en una imagen pulcra de interés, preocupación y atención hacia las víctimas; víctimas que según “sacrosantos” dirigentes políticos y burócratas asociados se minimizarán y casi erradicarán hasta quedar el fenómeno vergonzoso y venenoso del acoso en prácticamente “burdas excepciones”; y con ello recalcar esa famosa frase cobarde y falsa que tanto repiten la inmensa mayoría de responsables de los colegios: “En este colegio no hay ni ha habido caso alguno de acoso escolar”.
 
Mientras tanto, cada día se suman más casos de este cáncer silencioso y cobarde, que sufrirán jóvenes y familias; jóvenes afectados de por vida por esas secuelas perdurables en forma de frustración, estrés postraumático, inseguridad, labilidad emocional, exclusión y no poca agresividad latente y amargura; marcadas no sólo por el hierro candente del aprendiz de psicópata de turno, sino, quizás lo peor, por las instituciones que se presumían garantes y defensoras de los derechos de los afectados, pero que con una sobredosis de cinismo, hipocresía, síndrome de negación, inacción, ninguneo y mucha mucha cobardía, miraron hacia otro lado, se desligaron de sus deberes en el mejor de los casos e incluso se atrevieron a crear bulos y denunciar miserablemente a aquellas familias que se vieron obligadas a denunciar tan graves actos hacia sus hijos.
 
En la sombra, autoridades judiciales que siguen bostezando a menudo ante tanto desalmado institucional, con una impresión particular de incomodidad, dejadez o sencillamente complicidad pasiva antes hechos que presumo enquistados. Pero es sólo mi impresión, ¿o no?
 
¡Qué fácil y barato resulta joder y arruinar la armonía y derechos de tantas familias, en un prostituido país que presume de ser muy avanzado e igualitario! Democrático cuentan…
 

miércoles, 1 de marzo de 2017

Acoso escolar: ¿“Cosa de niños”? No, ¡indefensión!

Manuel Rodríguez

ACOSO ESCOLAR o bullying

Esta es la realidad de la postura muy generalizada de los centros escolares ante el acoso escolar que se da en ellos (Ver el siguiente vídeo de “Proyecto bullying”, donde el colegio y mal denominados “compañeros”, se desentienden ante la solicitud de una simple entrevista

http://www.cuatro.com/_8af8b55b

Síndrome de negación y ninguneo de esta violencia silenciada y disfrazada. Con ello además el mensaje y aprendizaje de hostigadores y víctimas son palpables:

- Los hostigadores se fortalecen y siguen entrenando su muy nefasta empatía, e incluso psicopatología latente, ante el premio de que el centro se desentiende o se alía indirectamente contra ellos, al negar estos gravísimos hechos; mientras que otros compañeros se suman al linchamiento de la presa elegida por el pseudolíder. Un redito muy jugoso para el ego de quien tanto daño hace. Un aprendizaje muy “productivo”.

- Las víctimas recogen el mensaje de que, ante este terrorismo psicológico, finalmente caen derrotadas ante la indefensión aprendida y asumida de que nadie va a ayudarles; menos aún los muchos cómplices directos e indirectos en el contexto del aula (dirección y profesorado del centro incluidos), donde a menudo tendrá que luchar con el fantasma del chivo expiatorio fabricado: “Si te está pasando a ti te lo habrás merecido, algo habrás hecho, eres torpe e inadaptado, debes espabilar, algún problema tendrás…”.

Esa indefensión asumida romperá los esquemas de muchos derechos inherentes al individuo; entre ellos al básico del respeto personal a todos los niveles. En el mejor de los casos, si esa dañina dinámica no para en el aula y en el contexto social de la víctima, el daño sufrido será irreversible, con serias secuelas psicológicas que la víctima sufrirá de por vida: ataques de ansiedad, frustración, inseguridad, baja autoestima, distimia, labilidad emocional, estrés postraumático, fobia social, propensión a adicciones, agresividad latente ante la gran soledad y amargura de sentirse desplazado socialmente y un largo etc. Eso, en el mejor de los casos; o sea en lo menos malo.

En el peor de los casos, cuando además del vacío y ninguneo de estos graves casos en el contexto escolar no se produce el apoyo proactivo por falta de alerta, subdimensión del problema y/o comunicación de los familiares directos, esa indefensión aprendida y asumida puede dar a lugar a un suicidio inducido; inducido por tanto cómplice cobarde que habrán ayudado al acosador, a un posible candidato a psicópata, para que el día de mañana, ya aventajado y experimentado, hostigue e intente hundir en su entorno a cualquiera que conviva o se cruce con él en su camino: con la pareja, en el trabajo, en su entorno familiar y social...

Tarde ya, demasiado tarde ya, se hablará de violencia social, familiar y cómo no de violencia de género. Se contabilizarán las consecuencias de actos violentos y transgresiones, sólo que casi nadie hablará de la anamnesis social, de la génesis de atrás, de lo que hipócrita y míseramente se ocultó por toda una sociedad, y sobre todo, por unos garantes institucionales, sistema educativo a la cabeza, para que ese terrorismo socio-educativo se quedara en un simple “cosa de niños”, aquí nunca hubo ni habrá acoso escolar”.

viernes, 1 de enero de 2016

Vergüenza ajena


Manuel Rodríguez G.
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Leyendo la siguiente noticia no he podido reprimir antiguos recuerdos donde una niña se tuvo que exiliar de tres colegios por la complicidad y cobardía de compañeros, muchos padres y no pocos maestros.
Cobardía de multitud de muy malos “compañeros” que no tuvieron la decencia ni de ayudar a esa niña cuando la hostigaban frecuentemente ni romper el silencio escrito con tanta disciplina temerosa.
Cobardía de no pocos padres que en modo alguno preguntaron o quisieron dudar de sus hijos cuando esa niña fue castigada no sólo a las burlas y desprecios sistemáticos de muchos de ellos, sino al destierro. Algunos antiguos pseudoamigos de este que escribe y que comprobó en malos tiempos, pero hora honrada, qué calaña de tipos se hacían llamar amigos míos.
Cobardía,mucha cobardía, cinismo y miseria de no pocos falsos maestros, que incluso no dudaron, con tal de poner a salvo sus prostituidas nalgas, en echar leña al fuego, usando las armas de la rumorología, bulos y falsos informes con tal de quitarse de en medio sus pordioseras conductas en las aulas, a costa incluso de que se me abriesen (como lo está a día de hoy) expedientes por Infancia y Familia por falsas denuncias y supuesta desprotección hacia mis hijos.
Aunque me cruzo esporádicamente con algunos de ellos, sigo recordándoles y señalándoles con mis ojos fijos y mi mueca de asco el mucho daño que están haciendo a una niña que perdió su infancia y asoma con su triste soledad de adolescente lo que estos sujetos. Por supuesto no tienen ni siquiera la decencia de mirarme y aguantar la mirada a los ojos. Yo, con la mía les sigo recordando aquella frase que en el 2006 escribí a uno de los impresentables a los que le escribí:
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Como expresaba al principio acabo de leer la siguiente noticia y sólo me vale, lo que finalmente un padre presionado y asesorado por su conciencia ha hecho: denunciar a su propio hijo por la vergonzosa y cobarde actitud que tiene como integrante de una jauría de tipos, que como hienas acorralan y golpean sin piedad a un pobre chico; sólo que las hienas actúan así para sobrevivir, para comer; no para destruir y burlarse de un chaval que parece ser, su único “pecado” es no ser “nacional”. Chapeau por ese padre. Ojalá tomen nota otros que por serlo piensan que en modo alguno deben corregir, trazar y encauzar las actuaciones de sus hijos ante tan lamentables actuaciones como ser parte activa o pasiva cómplice en un proceso de bullying o acoso escolar…


Autores de brutal golpiza a estudiante chino subieron el video a YouTube

El padre de uno de los jóvenes identificados entregó a su hijo a las autoridades.
 RODEADO. La víctima negocia con sus agresores. CAPTURA DE VIDEOCHICAGO, Estados Unidos.- La filmación data del 17 de enero de este año. En ella puede verse la brutal golpiza de un grupo de estudiantes a un compañero de nacionalidad china, en la parte posterior del colegio al que asisten.
El video fue filmado por los propios agresores y subido a YouTube para mostrarlo a sus demás compañeros, orgullosos de lo que habían cometido: un acto de bullying (Intimidación) racial. La filmación se hizo viral, y terminó por condenar a uno de los implicados en el hecho, Brendan Palomino, que fue entregado por su propio padre cuando vio las imágenes en internet.
"Llamé al 911. Lo que hizo estuvo mal, y ahora deberá sufrir las consecuencias", confesó Michael Palomino en una entrevista exclusiva para ABC News.
El estudiante chino recibió múltiples golpes. Patadas en la cabeza, abdomen y rostro; además de golpes de puño en partes delicadas como la nariz, que terminó rota a causa de la agresión.
El bullying es una práctica frecuente en las escuelas norteamericanas, y se está combatiendo fuertemente con campañas y el apoyo de artistas famosos.

Brutal golpiza a estudiante chino en EEUU
Fuente:
http://www.lagaceta.com.ar/nota/474808/Tucumanos/Autores-brutal-golpiza-estudiante-chino-subieron-video-YouTube.html
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