Manuel Rodríguez G.
Queda claro que el concepto tan mal interpretado y nada llevado a la praxis de inclusión es usado inadecuadamente por este político de turno, que contempla la denominada inclusión como igualdad de condiciones y poco más, cuando el concepto de INCLUSIÓN en si recoge fundamentos tan esenciales como el condicionamiento positivo (discriminación positiva) hacia el colectivo en inferioridad de condiciones.
Y es que la INCLUSIÓN, Sr. Fernández Vara, poco tiene que ver con la supuesta INTEGRACIÓN, esa que se realiza en la praxis cual voluntariedad graciable, pero en modo alguno como deber inexcusable y fundamental en pro de los derechos de grupos en inferioridad de oportunidades.
Incluir, Sr. político de turno, no es colocar ni dotar a los más desfavorecidos de supuestas mismas condiciones para que la sociedad pueda tenerlos en cuenta. Incluir, sr. Fernández Vara, es dotar de las herramientas necesarias para que determinadas inhabilidades o capacidades puedan equilibrar esa balanza cínica y desajustada en todos los órdenes de la vida.
En definitiva, Sr. político de turno, es el Sistema educativo en este caso quien debe adecuarse a las peculiaridades del individuo y no al revés, como así viene sucediendo en este mediocre y trasnochado sistema educativo nuestro, donde esas inhabilidades molestan; tanto que se presiona a este grupo de alumnado para ser granjerizado (Consúltese INCLUSIÓN: ¿UTOPÍA? )
“Los
niños son lo más importante que tenemos entre manos” decía el líder socialista extremeño en su
intervención. Al respecto, recordar a este “mirlo blanco” (consúltese el
enlace ODA AL MIRLO BLANCO ) que ya desde 2007 me dirigí a él y denuncié
hechos gravísimos, en este caso el de una niña que, con unos pocos años, ya se
hundía en un fango de mentiras, falsedades y falta de apoyo total en todos los
órdenes para finalmente caer en las redes de un cobarde y mísero caso de acoso
escolar sustentado por el sistema educativo y apoyado por demasiados tentáculos
de la Junta de Extremadura; hechos transmitidos además posteriormente varias
veces a este “político típico” en el 2010 e incluso el año pasado, 2018.
“Los niños son lo más
importante que tenemos entre manos”: Poco
importante, parece ser, ha sido mi hija para sus manos, Sr. Fernández Vara,
niña que contaba tan sólo 9 años cuando acudí por primera vez a usted; manos
nada limpias me temo, nada capaces de apoyar a una niña; manos manchadas -me
temo- de complicidad, inacción y dejadez; manos faltas de ética; manos cobardes
como la de tantos testigos mudos y complacientes que han sido incapaces de
aportar un apoyo necesario y de auxilio ante ese acoso y derribo, no ya sólo a
esa niña, sino incluso a toda su familia. Manos sucias, muy sucias, Sr.
Fernández Vara, tan sucias que a día de hoy esa niña a la que le robaron la
infancia y la adolescencia, ya cuenta con 21 años y unas secuelas psicológicas
y sociales perdurables de por vida. Manos tan sucias e intoxicadas. Sr.
Fernández Vara, como como las de los demasiados cobardes que por comisión u
omisión sustentan, disfrazan y polucionan este terrorismo institucionalizado
denominado acoso escolar, pero que el sacrosanto sistema educativo y demasiados
esbirros con sus enquistados síndromes de negación y de Diógenes institucional,
dicen, cuenta, no existe en los colegios. ¡Cosa de niños, siempre pasó!.
Todo
un Sistema Educativo incoherente y carnavalero, por aquello de disfrazar muy a
menudo con falsas caretas la denominada y a menudo inexistente Atención a la
Diversidad de la que tanto presumen pero escasamente verifican. Las supuestas
Necesidades Educativas Específicas que este grupo de alumnado necesitan,
brillan por su ausencia y Normas teóricamente garantistas, protectoras,
inclusivas e igualitarias como se proclaman en la rancia y agría tesis
educativa, se violan y coartan en la práctica, como casi sistemáticamente viene
ocurriendo, salvo honrosas excepciones.
"Incurrir en el pecado del silencio cuando se debiera protestar, hace cómplices y cobardes a los hombres."
Como
iniciaba este escrito, resultan
vergonzosas determinadas manifestaciones de políticos al uso en tiempos de
pesca, que con falsos escaparates de supuesta y virginal preocupación,
honestidad y lucha por el bienestar social no dudan en transmitir enormes campañas publicitarias orquestadas. Se
alabarán los logros conseguidos, las conquistas y derechos inherentes… sólo que
esas medallas quedarán en manos de unos pocos elegidos, mientras demasiados
afectados y familias implicadas seguiremos impotentes, incrédulos, ninguneados,
desasistidos y apenas auxiliadas por lo que publicitan bastantes políticos de
dudosa y escasa altura ética, con tal de que el próximo día 10 de noviembre - “el
día de la gran pesca” - sean muchos los que piquen en esos cebos enquistados de
mentiras y falsas promesas. ¡Así nos va!
Como
diría el maestro Serrat: ¡Disculpe Sr. Vara, disculpe el Sr.!